martes, 22 de diciembre de 2009

Pax Romana: 2 millones de desplazados

En los 7 años de gobierno del presidente Álvaro Uribe han sido 2 millones de personas las desplazadas por la violencia en Colombia (dato de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR). En la actualidad, puntos fronterizos con Ecuador como el río San Miguel reportan un promedio de 10 personas día las que cruzan en huída de lo que ya preveen como un baño de sangre en el país. ¿La razón?: la instalación de las 7 bases militares estadunidenses en el país. Las guerrillas han contestado aliándose, según parece. Los pobladores ecuatorianos que viven en la frontera dudan si "aguantar nomás" las consecuencias de la guerra -con tropas "traídas de Irak", aseguran temerosos- o abandonar sus tierras y sus casas.
Entre sarcasmos y burlas, una catástrofe parece haber sido preparada por las autoridades de Colombia, ya sea con cualquiera de sus vecinos (así de amplio es el abanico que abren al hablar de sus posibles amenazas) o con su propia e interminable guerra civil. ¿Nadie hará nada? (FFO)


(19 de diciembre, 2009)
TRAS CUATRO AñOS DE ENFRENTAMIENTOS LAS FARC Y EL ELN UNIERON FUERZAS
Alianza de guerrillas colombianas
Según estimaciones oficiales, las dos guerrillas sumarían unos 14 mil combatientes y, según una reconocida ONG, juntas controlarían ocho regiones del país, entre ellas zonas clave como la frontera con Venezuela y la costa del Pacífico.
Por María Laura Carpineta
Las dos guerrillas colombianas dieron por terminado más de cuatro años de enfrentamientos sangrientos para unir fuerzas contra un único enemigo: el imperialismo norteamericano y su aliado local, el presidente Alvaro Uribe. “Vamos a enfrentar, con firmeza y beligerancia, el actual régimen, que el gobierno de Alvaro Uribe ha convertido en el más perverso títere de los planes del imperio”, prometieron anteayer las cúpulas de las FARC y el ELN en un comunicado difundido en el sitio de internet Anncol. La alianza, que no se veía en el país desde los años ’90, fue desestimada por el gobierno colombiano sin mucha discusión previa. “Es imposible porque ellos tienen unas disputas por control de territorio para buscar los réditos del narcotráfico”, sentenció ayer el jefe de las Fuerzas Militares, Freddy Padilla. Pero para el especialista de la ONG Nuevo Arco Iris Ariel Avila, el comunicado es más que verosímil. “Hace ya un año que venimos escuchando rumores sobre una negociación. Para nosotros tiene, al menos, cierta credibilidad”, explicó en diálogo telefónico con este diario.
Según estimaciones oficiales, las dos guerrillas sumarían unos 14 mil combatientes y, según los últimos informes de la ONG Nuevo Arco Iris, juntas controlarían ocho regiones del país, entre ellas dos zonas de enorme importancia para el Palacio de Nariño: la frontera con Venezuela y la costa del Pacífico. “Pero no hay que equivocarse, las guerrillas no son las que controlan las rutas del narcotráfico, como dicen Uribe y el gobierno norteamericano. Son los paramilitares”, advirtió Avila. Hace unas semanas el analista recibió una reprimenda pública del presidente por sus informes sobre el estancamiento de la llamada seguridad democrática, la política estrella de los gobiernos uribistas que puso en retirada a las guerrillas y bajó el número de asesinatos y secuestros en el país.
Las FARC y el ELN no peleaban por el control del narcotráfico, según Avila, pero sí por el control de los territorios, sus recursos naturales y su gente. “Cuanto más los acorralaba el Ejército más se peleaban entre ellos para controlar los territorios que tenía el otro grupo”, explicó. Los dos movimientos insurgentes habían nacido más o menos en la misma época y, aunque siempre mantuvieron una ideología bien diferenciada, supieron coexistir la mayoría del tiempo.
Hasta finales de 2005 las dos guerrillas convivían con relativa tranquilidad. Se habían declarado la guerra abierta en los ochenta, pero el surgimiento de los grupos paramilitares –el primer enemigo que los combatió según sus mismas reglas de clandestinidad e ilegalidad– y el proceso de paz liderado por el ex presidente Andrés Pastrana habían diluido las internas más candentes de los grupos insurgentes. Pero después vino la presidencia de Uribe, la llamada seguridad democrática y la ancestral estrategia de dividir y conquistar.
En septiembre de 2005, los máximos líderes del ELN decidieron aceptar la propuesta de Uribe y sentarse a dialogar en La Habana. La cúpula guerrillera había acordado con sus pares de las FARC que no negociarían con el Estado, pero el ELN venía de más de media década de desgaste militar y económico que lo forzaron a intentar una salida pacífica. Pero según demostraron unas grabaciones telefónicas, difundidas recientemente por la revista bogotana Semana, el acercamiento del ELN al gobierno de Uribe no impulsó la paz, sino todo lo contrario.
“Se desató una guerra entre las FARC y el ELN, especialmente en los departamentos de Cauca, Arauca y Nariño. Hasta la fecha registramos más de 60 mil desplazados, sólo de esa región. Fue tan dramática la situacion que el ejército colombiano se alió con el ELN para combatir a las FARC en Arauca. En Cauca y Nariño, se alió con los Rastrojos, uno de los nuevos grupos paramilitares”, explicó Avila. La estrategia de alianzas funcionó y el ELN pasó de ser una guerrilla en retirada a recuperar regiones claves, como el Norte de Santander, fronterizo con Venezuela.
Cuatro años después, el escenario volvió a cambiar para las cúpulas guerrilleras. Las FARC fueron golpeadas por el ejército una y otra vez este año y el ELN perdió su lugar de privilegio con el gobierno, después de que Uribe diera por fracasado el proceso de paz. Envalentonado por una popularidad de casi el 70 por ciento y con una posible re-reelección en puerta, Uribe asestó un nuevo y durísimo golpe a las guerrillas: les cedió siete bases militares a los norteamericanos a lo largo y ancho del país.
Eso, más que eventuales coincidencias ideológicas o pretensiones políticas, acercó a los dos grupos insurgentes. “Hoy Colombia es convertida en una gran base militar a disposición del imperio para ahogar en sangre la resistencia de nuestro pueblo”, denunciaron las cúpulas de las FARC y el ELN en su comunicado. Esta vez, el enemigo es demasiado poderoso como para desangrarse en luchas intestinas interminables.
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