UNASUR: Derechos Humanos, sociedades de derecho o impunidad


OPINION

La impunidad hipoteca el futuro (Tributo a Macarena Gelman) Al contrario de lo que expresa el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, si un pueblo perdonara sin que sus victimarios reconocieran sus delitos, se arrepintieran públicamente de ellos, buscaran repararlos y asumieran el compromiso de no repetirlos, lo que haría, aunque circunstancialmente lo ignore, es hipotecar su futuro en garantía de un pasado que no ha sido capaz de resolver a través de la verdad y la justicia. (Jueves, 24 de febrero de 2011 )



LA VALIJA DE OBAMA


Estados Unidos reclama pero no responde El portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Philip Crowley, se victimizó frente a la investigación por el avión militar norteamericano que arribó a la Argentina con armamentos y drogas no declaradas, al indicar: "No sabemos qué más podemos decirles" antes de repetir el reclamo para que los elementos secuestrados sean devueltos. La Cancillería argentina resaltó ayer que "no ha recibido aún una respuesta satisfactoria a la nota de protesta". (Jueves, 24 de febrero de 2011)






La vida de Luis Espinal: una parábola a compartir


El Dom a las 13:48

La vida y la muerte de Luis Espinal revisten el carácter de parábola. Es propio de los
profetas de Israel y de todos los tiempos no sólo hacer gestos simbólicos, sino constituirse ellos
mismos en parábola y signo vivo para el pueblo. La vida de Espinal es una parábola para el
pueblo. Su asesinato lo convierte no simplemente en mártir de un grupo, sino en mártir de la
dignidad y de los valores humanos.
Espinal, como otros mártires latinoamericanos (Monseñor Romero, Ignacio Ellacuría...), no murió simplemente por defender un credo, un dogma religioso, una verdad particular de la fe cristiana, sino por defender la vida, la dignidad, la humanidad. A Espinal le asesinan las fuerzas paramilitares, al servicio de los intereses del narcotráfico y de los militares golpistas, porque su presencia es un estorbo a sus planes de violación y corrupción. Espinal significa que hay valores que no se pueden cuestionar ni vender.
Lucho Espinal es mártir de la libertad, de la justicia, de la verdad, de la vida, de los valores más humanos. Los miles de personas que lo acompañaron al cementerio en un gesto de dolor espontáneo y bien sincero comprendieron que Lucho había sido un hombre del pueblo, su portavoz. En su muerte el pueblo recobró esperanza, viendo que todavía es posible vivir con dignidad y luchar por la justicia. Se puede arrancar la vida, pero no se pueden asesinar los ideales.
Pero este nivel de interpretación de la vida de Espinal, como una parábola de los valores
humanos, no agota toda su significatividad.
La vida de Lucho es una parábola del Reino, como las que Jesús contaba: el Reino de Dios es como un joven que lo deja todo, que va en busca de los más pobres y necesitados, que ama la justicia, que se pone al servicio de los demás con todas sus cualidades y actitudes, que desenmascara la mentira, defiende la vida, lucha con medios pacíficos para que la verdad lo penetre todo con su luz, que sufre persecuciones y escapaz de dar la vida por los demás, sin poses ampulosas, sino como quien cumple su deber.
La parábola de la vida de Espinal tiene en sus raíces una profunda connotación evangélica y cristológica. Lucho fue un creyente, un cristiano, un hombre evangélico, un místico de Jesús. Si sus escritos de cine y sus editoriales se mantienen ordinariamente en una sobria secularidad humanista, en sus escritos más personales expresa sus raíces más hondas y su apasionamiento por Jesús, el Hijo de Dios, que se "había naturalizado hombre" y que gustaba de llamarse el Hijo del Hombre, que "no era un turista divino", "encendió la esperanza, enseñó la dignidad y la liberación, la hermandad y el amor, amando su tierra a pie como un beduino", el amigo de los parias y campesinos de su pueblo, que "habló claro, con la franca sinceridad de los que no temen la muerte"; fustigó a ricos y poderosos, fue acusado en falso, le condenaron a juicio ilegal y le
torturaron; fueron los "buenos", los sensatos y los políticos quienes lo entregaron a la muerte.
"Pero él no renegó de su humanidad, ni se dio de baja de su solidaridad humana". Este Hijo del Hombre "está donde hay una lágrima, un grito, una muerte, aunque se le haya querido confinar en
el cielo, lejos de sus hermanos".
Junto a su cabecera Espinal tenía siempre el Nuevo Testamento. El día 21 de marzo, en que desapareció y fue asesinado, la señal se hallaba en el capítulo 23 de Lucas: Jesús es condenado a muerte por Pilato.
En este Jesús se apoyaba la vida de Espinal. Su esperanza se alimentaba de una fe evangélica, profunda, serena, inconmovible, la fe que había recibido de su familia, que le había llevado a la Compañía de Jesús y a lo largo de su vida había animado un estilo de vida semejante al de Jesús. La experiencia ignaciana de los Ejercicios Espirituales marcó profundamente su vida: sintió el llamamiento de Jesús, el Rey Eternal, que le invitaba a seguirle en la tarea de trabajar por el Reino de Dios, en pobreza y persecuciones, bajo la bandera de la Cruz, pero con el horizonte abierto a la esperanza de la Pascua.
Se ha dicho que la narración que Lucho hace de la huelga de hambre es una parábola cristológica y esto se puede extender a toda su vida. La vida de Lucho Espinal es una parábola de la vida de Jesús: su predicación profética, su denuncia de la injusticia, su amor a la vida, su defensa de los pequeños, su confianza en el Padre, sus persecuciones, su pasión, "como oveja llevada al matadero", su muerte en manos de sus enemigos, le asemejan y configuran con Jesús de Nazaret. Esto es lo que significa ser mártir: ser testigo, seguidor, signo, parábola de Jesús en el mundo.
Y pensamos que por ser cristológica su vida, pudo ser profundamente humana y significativa para todo el pueblo, porque desde que el Hijo de Dios se ha hecho el Hijo del Hombre, el verdadero humanismo es evangélico y el evangelio es profundamente humano