sábado, 30 de agosto de 2014

Un mínimo de humanidad - La Razón

La Razón (Edición Impresa) / Peter Maurer / Didier Burkhalter
02:29 / 30 de agosto de 2014
Hace exactamente 150 años se adoptó la primera Convención de Ginebra para aliviar la suerte de los militares heridos en campaña, que consagraba en derecho internacional la idea de que, incluso en tiempos de guerra, es indispensable preservar un mínimo de humanidad. Actualmente, Suiza y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que en aquel entonces contribuyeron a impulsar el derecho internacional humanitario en el plano internacional, trabajan para promover el respeto de este principio en todo el mundo, dado que siguen sin existir mecanismos eficaces que garanticen su cumplimiento.
Evidentemente, las guerras contemporáneas no tienen ya nada que ver con las masacres del siglo XIX. Los combates, que antaño se libraban en campos de batalla bien circunscritos se han ido desplazando a los núcleos habitados. La guerra tradicional entre ejércitos de Estados beligerantes es ahora la excepción; la regla son los conflictos no internacionales. Y la población civil es la víctima principal de los conflictos armados.
El derecho internacional humanitario se ha adaptado a esta evolución. Los Estados, sobrecogidos por el sufrimiento y la locura destructiva de la II Guerra Mundial, se pusieron de acuerdo en 1949 para consagrar en los cuatro Convenios de Ginebra una protección exhaustiva de todas las personas que no participan o han dejado de participar en las hostilidades, como los soldados heridos o enfermos, los prisioneros de guerra y los civiles. En 1977 y en 2005, tres protocolos adicionales vinieron a completar esta piedra angular del derecho internacional humanitario. En la actualidad, el empleo de armas específicas, como las biológicas y químicas, las municiones en racimo y las minas antipersonas, está ampliamente condenado. El derecho prevé suficientes restricciones para proteger a las personas más vulnerables de la brutalidad de las guerras. Asimismo, se han registrado algunos progresos en su aplicación, por ejemplo, en la instrucción de los soldados o en el enjuiciamiento penal de los crímenes de guerra más graves, gracias, sobre todo, a la creación de la Corte Penal Internacional (CPI).
A pesar de ello, todos los días nos llegan de todo el mundo noticias e imágenes abominables que testimonian el sufrimiento indescriptible generado por los conflictos armados. Con demasiada frecuencia, ese sufrimiento es fruto de violaciones graves del derecho internacional humanitario, debidas a un fallo colectivo. En el artículo primero, común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, los Estados se comprometieron a respetar y hacer respetar las disposiciones en todas las circunstancias. Sin embargo, hasta el presente, han desatendido la necesidad de dotarse de los medios necesarios para cumplir su compromiso. Desde el principio, el derecho internacional humanitario ha estado desprovisto de mecanismos efectivos que lo hagan respetar. A menudo, esta ineficacia siembra la muerte y la desolación en las poblaciones castigadas por la guerra.
Los principios del derecho internacional humanitario tienen validez universal. Sin embargo, su existencia no está garantizada indefinidamente y requiere esfuerzos constantes. Un derecho que es infringido con regularidad, sin que ello suscite una verdadera reacción, corre el riesgo de ir perdiendo su validez. Resulta difícil imaginar las consecuencias que ello entrañaría para las víctimas de los conflictos armados.
Por esta razón, desde 2012, Suiza y el CICR mantienen consultas con todos los Estados, con el fin de determinar la mejor manera de fortalecer el respeto del derecho internacional, conforme a un mandato asignado por la XXXI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Suiza y el CICR están convencidos de que los Estados necesitan un foro en el seno del cual puedan adoptar las medidas necesarias para fortalecer el respeto del derecho internacional humanitario. Este foro alentaría a los Estados a reflexionar de forma regular y sistemática sobre el modo de cumplir con sus obligaciones. Dicha reflexión permitiría ir trazando un panorama general de la situación en el que se reflejase la aplicación de los compromisos y las dificultades encontradas. A partir de ahí, los Estados podrían, por fin, adoptar disposiciones para fortalecer la aplicación del derecho, por ejemplo, apoyándose mutuamente con el fin de desarrollar las competencias y capacidades requeridas para cumplir sus obligaciones; también podrían informarse mutuamente y promover las medidas más eficaces para llevar a cabo esta tarea, a menudo, compleja.
Un foro de los Estados permitiría, además, crear las condiciones necesarias para garantizar que las nuevas formas de guerra (por ejemplo, en materia de tecnología armamentística) se rijan por el derecho, y no a la inversa. Para ello, es indispensable entablar un diálogo regular sobre las cuestiones de actualidad del derecho internacional humanitario. Es importante, asimismo, que los Estados dispongan de un instrumento adecuado para poder reaccionar en caso de violaciones graves del derecho internacional humanitario, con el fin de evitar que tales crímenes se reproduzcan en el futuro, y para proteger a la población civil de nuevos sufrimientos. Un mecanismo que permitiera averiguar las causas de estas violaciones sería lo más idóneo.
Conforme a su mandato, Suiza y el CICR presentarán en la XXXII Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que se celebrará en Ginebra a finales de 2015, recomendaciones concretas para establecer un foro de este tipo. Será en esta ocasión cuando los Estados decidirán qué rumbo seguir.
Desde la adopción, hace 150 años, del primer Convenio de Ginebra, el derecho internacional humanitario se ha convertido en un pilar fundamental del derecho internacional. Sus disposiciones persiguen, en definitiva, preservar lo que constituye la esencia del ser humano: su humanidad. Se trata de un derecho irrevocable; basado en una convicción forjada a lo largo de los siglos y las culturas, según la cual es indispensable establecer reglas si se quiere evitar que las guerras degeneren en barbarie. A nuestra generación le toca ahora consolidar estos logros, creando un marco institucional que favorezca el respeto de dichas reglas. El derecho necesita instrumentos adecuados para poder surtir todos sus efectos. Nunca antes, en la historia de la humanidad, la solución estuvo tan cerca como hoy. Es nuestro deber aprovechar esta oportunidad.
Un mínimo de humanidad - La Razón

viernes, 29 de agosto de 2014

Los efectos no calculados en la llamada "estafa europea", también considerada "contagio de la crisis estadunidense" o simple adopción de la receta W. Bush: el binomio guerra y neoliberalismo

CAMERON LLAMO A LOS ESCOCESES A VOTAR POR INGLATERRA

Empresarios por la independencia

El primer ministro británico, David Cameron, invitó a Escocia a “preferir la apertura a la estrechez”, en una visita a Glasgow en la que promovió el mercado único británico, a tres semanas de un referéndum de autodeterminación. Cameron defendió ante los empresarios escoceses la cohesión del Reino Unido, creado hace 307 años, que incluye Inglaterra, Escocia, el País de Gales e Irlanda del Norte. “Las oportunidades económicas unieron nuestras naciones en 1707. Más de 300 años más tarde, nuestro destino y nuestra riqueza siguen estando estrechamente ligadas”, señaló el premier. “Prefiramos nuestras grandes ventajas a la gran incertidumbre. Y sigamos juntos”, enfatizó Cameron.
Antes del discurso, el primer ministro británico fue recibido fríamente en Glasgow, una ciudad en la que, al igual que los conservadores, no es popular. Su visita coincidió con la difusión de un texto en el que doscientos empresarios escoceses defendieron la independencia en una carta abierta publicada ayer en el diario escocés The Herald. La misiva respondió a otra publicada por unos 130 grandes empresarios escoceses, o con intereses en Escocia, en el diario The Scotsman, pidiendo que Escocia se mantenga en el Reino Unido.
“La industria escocesa es a menudo considerada una gallina de los huevos de oro y no una parte estratégicamente importante de una sociedad más próspera y justa”, señaló la carta de los empresarios independentistas. Por el contrario, los 130 grandes empresarios dijeron que no hay argumentos convincentes para la independencia. “Hay incertidumbre en cuanto a una serie de temas vitales como la divisa, el marco regulador, los impuestos, las pensiones, la pertenencia a la Unión Europea y el apoyo a las exportaciones en todo el mundo. Y la incertidumbre es mala para los negocios”, sentenciaron.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-254031-2014-08-29.html