martes, 22 de diciembre de 2009

De la inseguridad generada por un funcionario, el golpismo en Honduras, el menemismo en Argentina y mucho más



Continúan los cruces por la advertencia de un enviado de Obama por la inseguridad jurídica en el país
1 hora, 2 minutos
El cataclismo que provocaron las declaraciones del secretario del Departamento de Estado norteamericano para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, sigue vigente.
Hoy, el embajador argentino en los Estados Unidos, Héctor Timerman, desestimó que compañías de ese país sufran inseguridad jurídica en la Argentina, y dejó entrever que son los grupos monopolios argentinos quienes hacen lobby negativo en el parlamento norteamericano para que sancionen al Estado por la ley de medios.
"En 20 meses, ni una empresa norteamericana vino a quejarse por la seguridad jurídica en la Argentina", dijo y estimó que los dichos de Valenzuela se deban más a un lobby de empresas monopólicas argentinas que ven perjudicados sus negocios por políticas impulsadas desde la gestión de la presidenta Cristina Kirchner.
"No sé si son las empresas norteamericanas las que se quejan o son los monopolios argentinos, como Clarín", denunció Timerman al ser entrevistado por Radio El Mundo.
En ese contexto, detalló que el ex embajador argentina en Naciones Unidas Emilio Cárdenas trabajó para una empresa que habría cobrado unos 60.000 dólares de Cablevisión para influir en el Parlamento de los Estados Unidos en la sanción a la Argentina por los alcances de la nueva ley de radiodifusión.
Además, señaló: "Hay empresas a las que les gustaría volver a la seguridad jurídica de [Jorge] Videla o [Carlos] Menem. Pero bajo estos gobiernos la seguridad jurídica de los trabajadores no estaba garantizada. Y si a uno le interesa la seguridad jurídica, les tiene que interesar toda. Tiene que haber un equilibrio de seguridades jurídicas".
Más críticas al enviado de Obama. www.lanacion.com.ar/1213631 Días atrás el encargado de fustigar a Valenzuela fue Néstor Kirchner. El ex presidente y actual diputado nacional arremetió contra el enviado estadounidense al acusarlo de creer que todavía existen "virreyes" y consideró "lamentable" y una "falta de respeto" que ese funcionario haya advertido sobre la presunta inseguridad jurídica en la Argentina.
"Nosotros debemos decirle con toda claridad a este señor Valenzuela que la pérdida de seguridad jurídica" la generaron "ellos", advirtió en alusión a los estadounidenses, y afirmó que fue ese país el que hizo que "cayeran las estructuras más importantes" en todo el mundo.




(20 de diciembre, 2009)
EL ENVIADO DE OBAMA Y LOS CANDIDATOS PARA 2011
Las afinidades electivas
Arturo Valenzuela repitió lo que los poderes fácticos, los grandes medios, los lobbystas y la oposición dicen a diario. Lo que hasta ahora no se sabía era que Obama también fuera de la partida. La revista The Economist vaticina que CFK no terminará su mandato. Un cowboy que tira primero para sustituir a Stornelli y mantener los negocios.
Por Horacio Verbitsky
“La política Latinoamericana de Obama se parece a la de Bush”, tituló el 3 de diciembre no un volante de la Agrupación Evita sino el conservador semanario estadounidense Time. Se trata de una columna de Tim Padgett publicada cuando Arturo Valenzuela comenzaba a hacer las valijas para su primera gira por la región, con una estrepitosa escala porteña.
La derecha dura
Time dice que Valenzuela consiguió el acuerdo del Senado como Subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental pero que ese cargo carece de influencia, porque ha quedado bajo el control de los republicanos en el Congreso y de los conservadores dentro del propio equipo diplomático de Barack Obama, al punto que “es difícil decir si George W. Bush no sigue siendo el presidente, como lo sugieren los acontecimientos en Honduras”. Agrega que Obama cedió la estrategia latinoamericana a la derecha dura anclada en la Guerra Fría, “cuyo pensamiento, incluida la idea de que los golpes de Estado todavía son un modo aceptable de reemplazar a un gobierno, no es más apropiado para ayudar a la región en su ingreso al siglo XXI que la ideología de la izquierda marxista”. Según Time, Obama negoció el levantamiento del veto conservador a la candidatura de Valenzuela por la “aprobación efectiva de otro golpe armado en la región” para lo cual “dio una media vuelta y reconoció la elección presidencial en Honduras, aunque casi ningún otro gobierno del mundo lo hizo”. Luego de esta sucesión “de codazos en el ojo de Obama y del orden constitucional”, las fuerzas que en otros países recibieron con simpatía el golpe hondureño, “sólo pueden sentirse envalentonadas”, sostiene. Valenzuela dijo en Washington y repitió en Buenos Aires que las elecciones hondureñas no blanqueaban el golpe. Pero “al haber reconocido sus resultados”, agrega Time, Obama hizo lo contrario. La revista también menciona el enojo que Obama provocó en “aliados como Brasil y Chile”, al decidir sin consultarlos que “planea usar las bases militares en Colombia no sólo para operaciones de interdicción de drogas sino también de contrainsurgencia, que teóricamente podrían desbordar de las fronteras colombianas”, lo cual reaviva en forma innecesaria los arraigados temores al “intervencionismo militar yanqui”. El artículo de Time no menciona ni una vez a la Argentina, pero es eficaz para esclarecer las causas del cortocircuito que la semana pasada produjo el paso de Valenzuela por Buenos Aires, sin necesidad de recurrir a las interpretaciones psicologistas que abundaron en la prensa aldeana sobre el vínculo entre los mandatarios de Estados Unidos y la Argentina. Confirma su contenido una carta firmada por el propio Valenzuela, distribuida el jueves por el senador republicano por Florida, George LeMieux. El senador de apellido pretencioso cuenta que negoció con Hillary Clinton su apoyo a la designación de Shannon como embajador en Brasil, a cambio de un endurecimiento en la política hacia Cuba y la normalización de las relaciones con Honduras. LeMieux distribuyó la carta en la que el académico especializado en transiciones democráticas deja constancia escrita del compromiso asumido. Valenzuela informa que levantó el alerta de viaje a Honduras en reconocimiento a la mejoría en la situación de seguridad, que se siente estimulado por el proceso de reconciliación lanzado por el presidente electo Porfirio Lobo, incluyendo su decisión de formar un gobierno de unidad, y que Washington ha vuelto a transferir a las Fuerzas Armadas golpistas información de inteligencia sobre operaciones contra las drogas. A la luz de estos avances, dice, “los Estados Unidos darán pasos hacia la normalización de las relaciones con Honduras”.
Ejes políticos
La denuncia del golpe en Honduras y las bases militares estadounidenses en Colombia fueron el eje de la política exterior argentina y de la diplomacia personal de la presidente durante el año que termina. Entre los antecedentes de Valenzuela revisitados en estos días figura el rol central que tuvo en la puesta a punto del Plan Colombia, como Director para Asuntos Interamericanos en el Consejo de Seguridad Nacional del presidente William Clinton. CFK asumió los riesgos de acompañar el primer frustrado intento de regreso del presidente depuesto Mel Zelaya e invitó a todos los presidentes de Unasur a reunirse en Bariloche para tratar acerca del uso de las bases estadounidenses en suelo colombiano. Aunque no se llegó a un acuerdo satisfactorio su intervención impidió una escalada de retórica agresiva entre Colombia y Venezuela. La posición de su gobierno es la más delicada. No ha incurrido en encendidas proclamas antiimperialistas, como Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, pero tampoco avanzó lo suficiente en la organización de fuerzas populares que le ayuden a resistir el asedio de demasiados enemigos demasiado poderosos y enojados por sus políticas. Esos matices, que fueron apreciados en Washington durante los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner, no alcanzan ahora para moderar los ánimos intemperantes de la administración demócrata, cuyos actos no siguen las palabras promisorias con que Obama se presentó en el vecindario.
La unción de los candidatos
Por eso, después de visitar al jefe de gabinete Aníbal Fernández, Valenzuela se reunió con las tres figuras más afines a esa derecha dura que lo condiciona en su país: el vicepresidente-líder de la oposición Julio Cobos (animal mitológico que en otros países no se consigue), el empresario-diputado-candidato Francisco De Narváez y el jefe de gobierno porteño y hombre de negocios Maurizio Macri. Lo novedoso no es el encuentro de un enviado extranjero con los jefes de una oposición beligerante, sino la publicidad que se le dio. Su sentido se completa con la conferencia de prensa en la que Valenzuela dijo que los miembros de la Cámara de Comercio Argentino-Norteamericana le plantearon la ausencia de seguridad jurídica y su negativa influencia sobre las inversiones estadounidenses en la Argentina. Para que nada faltara, Valenzuela comparó este clima con el que encontró en 1996, de entusiasmo por invertir. Licenciado en Ciencias Políticas y Religión, Valenzuela consumó así la unción de los candidatos y del programa que defenderán. Es indisimulable su aire de familia con los célebres Cinco Puntos del pliego de condiciones que Claudio Escribano presentó a Néstor Kirchner en 2003 al regreso de un encuentro del Council of Americas, porque de otro modo su gobierno no duraría más de un año. Aquél fue el más sintético y expresivo programa que las derechas aborígenes hayan elaborado en dos siglos de historia.
Ni Honduras ni las bases en Colombia formaron parte del diálogo de Valenzuela con el jefe de gabinete, por decisión de la presidente, pese a que la situación en el país centroamericano era uno de los cinco puntos que el enviado presentó al gobierno argentino antes de viajar, y entre los cuales no figuraba ningún tema de seguridad jurídica planteado por empresas. El propósito de la exclusión de Honduras del temario fue realzar que no es una cuestión bilateral, ya que el desconocimiento del gobierno ilegítimo surgido de comicios convocados por una dictadura que suprimió todas las libertades es una decisión colectiva de Unasur, con la expresa salvedad de Perú. Valenzuela había pedido reunirse con la presidente y con los ministros Julio De Vido, Amado Boudou y Aníbal Fernández. CFK dispuso que sólo lo recibiera el jefe de gabinete y los funcionarios de la Cancillería que quedaron en Buenos Aires mientras Jorge Taiana estaba en la cumbre climática.
¿Prejuicios?
Fuentes próximas a Valenzuela y a la embajada en Buenos Aires atribuyen a prejuicios contra los funcionarios estadounidenses de origen latino que la presidente no haya querido ver a Valenzuela, cuando sí lo hacía con su predecesor, Tom Shannon, y que haya recibido las cartas credenciales de la embajadora Vilma Socorro Martínez en una audiencia colectiva con los representantes de países de menor interés para la Argentina, como Panamá y Pakistán. Explican que esto impide que el gobierno argentino advierta que el peso político de Valenzuela y Vilma Martínez es muy superior al de Shannon y el ex embajador Earl Anthony Wayne, porque Valenzuela tiene acceso a la ministra de Relaciones Exteriores Hillary Rodham Clinton y Martínez al presidente Obama. A ello suman lo que perciben como una cierta desconfianza de los Estados Unidos, que no atribuyen solo al gobierno. Este es un dato objetivo: de los 18 países relevados en 2004 por la encuestadora internacional Latinobarómetro, Argentina es el que menos afinidad muestra con Estados Unidos. Ante la pregunta “¿Cuál es nuestro mejor amigo en mundo?”, de cada cien consultados contestaron que los Estados Unidos 60 salvadoreños y dominicanos, 49 panameños, 45 costarricenses, 42 hondureños, 41 colombianos, 38 guatemaltecos, 31 nicaragüenses, 26 ecuatorianos, 25 peruanos, 20 mexicanos, 15 chilenos, 13 paraguayos, brasileños y bolivianos, 12 venezolanos, 10 uruguayos y apenas 3 de cada cien argentinos.
Esas fuentes consideran de especial significación que Valenzuela haya dedicado su primer viaje al Mercosur, lo cual significaría un cambio de prioridades. El presidente Lula acababa de recibir a su colega Mahmud Ahmadinejad, lo cual implica un disenso serio con Obama en un tema central de la agenda de Estados Unidos. Sin embargo, el asesor presidencial Marco Aurelio García destacó las coincidencias que alcanzaron respecto de que el dictador Roberto Micheletti debe dejar Honduras y que la situación de ese país no debe constituirse “en un precedente que desestabilice democráticamente la región”. Si hubiera seguido el mismo criterio, añaden, la Argentina podría haber destacado los puntos en común respecto de Irán, las drogas, el terrorismo y la seguridad nuclear. Esta descripción algo ingenua omite que ésta fue la reacción inicial luego del encuentro con Fernández. Todo cambió en cuestión de horas, debido a las cuestiones que Valenzuela no planteó en privado y reservó para su conferencia de prensa. El tiempo dirá si habló con el candor de un académico o expresa una decisión política reflexiva de su gobierno.
Opción por el conflicto
En cualquier caso, la aparente opción de la diplomacia estadounidense por el conflicto no es un relámpago en cielo claro. El contexto agrava y explica el episodio. Es útil una somera recapitulación de los hechos más recientes:
- Interferencias en las comunicaciones del helicóptero presidencial con insultos, amenazas y marchas militares, al tiempo que comenzaba el juicio contra el grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada.
- La revista de negocios The Economist pronostica en su anuario 2010 que CFK no terminará su mandato presidencial (ver “En peligro2”).
- El presidente de la Sociedad Rural insta al descabezamiento del gobernador bonaerense Daniel Scioli por su ineficiencia en materia de seguridad.
- La Unión Industrial participa en el acto político antigubernativo de la Sociedad Rural. Esa presencia es el germen de una reprise en cierne del Grupo de los Siete, que martirizó en su ocaso al gobierno de Raúl Alfonsín.
- La Asociación Empresaria AEA, formada por los presidentes de los mayores grupos económicos con negocios en el país, coloca en la presidencia a su gerente rentado Jaime Campos y contrata los servicios de comunicación de Jorge Lawson, ex vocero del grupo Arcor, para desarrollar una estrategia mediática más agresiva. AEA ejerce la conducción política de las principales cámaras patronales. El trío que toma las decisiones está formado por Luis Pagani, de Arcor, Paolo Rocca, de la multinacional italiana Techint, y Héctor Magnetto, del Grupo Clarín. La designación de Campos busca preservarlos cuando AEA se lanza a un período de confrontación abierta e intensa. Fue el primer grupo de lobby que denunció una presunta “injerencia estatal indebida en el ámbito de las empresas”, que obraría como desestímulo para “las inversiones nacionales y extranjeras”. Si se lee con cuidado, es lo mismo que Valenzuela dijo en su conferencia de prensa.
- Diez días antes, una de las empresas estadounidenses que ganó un juicio contra la Argentina en el Ciadi amenazó con sanciones si no le pagaban de inmediato. La Argentina reconoce el fallo pero sostiene que la empresa debe presentarse a cobrar ante la justicia contencioso administrativo federal de Buenos Aires, mientras la empresa reclama que le envíen el cheque por 165 millones de dólares más intereses. El lobbysta de la firma Azurix, Stephen Kho solicitó al gobierno estadounidense que retirara preferencias comerciales a la Argentina por el monto de la sentencia. La audiencia duró dos minutos y medio, porque el embajador Héctor Timerman le pidió que se retirara. El único caso similar es el de CMS, que obtuvo un fallo del Ciadi por 133 millones de dólares más intereses, pero una comisión especial lo anuló en forma parcial por graves errores de hecho y de derecho. El pleito fue adquirido por Blue Ridge, un fondo buitre del Bank of America, socio de Techint en Transportadora del Gas del Norte, que volvió a declararse en default este año. Pagó por el juicio una suma que el gobierno argentino no conoce pero que estima en 40 millones de dólares. Sin embargo, Blue Ridge reclama el total del fallo.
En definitiva, Valenzuela no dijo nada distinto de lo que plantean a diario los poderes fácticos, los grandes medios de comunicación, los lobbystas que golpean todas las puertas en Washington, como Emilio J. Cárdenas y los principales partidos de la oposición. La meta es acabar con un proceso político que cada día se les hace más intolerable. Parecería que Obama también es de la partida. //

ESCENARIO
Valenzuela clásico y moderno
Por Santiago O’Donnell
Costó reconocerlo, pero el Arturo Valenzuela que pasó por la Argentina con tanto ruido esta semana es el mismo Valenzuela que se lee en la Universidad de Buenos Aires. Generaciones enteras de estudiantes a lo ancho de América latina, al llegar a la bolilla “Chile” en sus cursos de política comparativa, se han topado con los clásicos textos del ahora encargado para la región del gobierno de Obama. Para Valenzuela, su gira inaugural por los países del Cono Sur marca un regreso a sus orígenes. Aunque se haya salteado su país, Chile, el objeto de estudio de gran parte de su producción intelectual, para no mezclarse con la campaña electoral.
Pero, ¿es el mismo Valenzuela?
El tiempo pasa, el mundo cambia, la vida cambia y las ideas se acomodan. En los años ‘70 y ‘80 el joven profesor Valenzuela usaba en sus artículos herramientas marxistas y weberianas para criticar recetas y preconceptos impuestos desde el norte para analizar la problemática latinoamericana. Los autores de esas recetas, agrupados bajo la llamada teoría de la modernización, sostenían que el subdesarrollo de la región obedecía a factores culturales y sociales: la influencia de la filosofía tomista, las ideas feudales del catolicismo y las relaciones premodernas que perpetuaban las culturas indígenas.
Esas influencias producían decisiones “irracionales” que impedían el desarrollo, escribieron los modernistas de la posguerra desde universidades europeas y norteamericanas. “En la Argentina, la aristocracia terrateniente tradicional siente desprecio por el trabajo manual y la construcción de industrias, y eso continúa siendo un factor en la educación de muchos estudiantes”, escribió S. M. Lipset, uno de los padres de la teoría de la modernización.
Pero para el Valenzuela clásico, el de la universidad, el problema principal para alcanzar el desarrollo en la región no era la cultura, sino la desigualdad de los términos de intercambio entre los países centrales y la periferia. O sea, la influencia estadounidense, que a través de sus multinacionales, organismos de crédito y acciones de gobierno dictaba las condiciones de ese intercambio desigual.
En otras palabras, para cumplir sus objetivos económicos, los países centrales necesitaban que los países periféricos siguiesen siendo periféricos. Y las elites latinoamericanas, de manera muy racional, replicaban el modelo de dependencia hacia adentro de sus propios países, generando más desigualdad y tensión social. Ese era el problema y los modernistas simplemente lo ignoraban, escribía Valenzuela.
Treinta años después, una generación de jóvenes líderes provenientes del gremialismo combativo, el catolicismo de base y la izquierda revolucionaria, esos actores “irracionales” que tanto criticaban los modernistas, se han abierto camino para tomar el poder por vía de la democracia, con el mandato y la intención de implantar distintos proyectos de desarrollo, con mayor o menor grado de autonomía con respecto a la hegemonía estadounidense.
En ese contexto, Valenzuela ha vuelto a la región pero para pararse en la vereda de enfrente. Ahora da consejos en nombre de Estados Unidos con más arrogancia académica que tacto diplomático. El nuevo Valenzuela, el que pasó por Georgetown para terminar en Foggy Bottom, el que entró en contacto con la comunidad de inteligencia estadounidense al ocupar un importante cargo en el Consejo de Seguridad Nacional durante el segundo gobierno de Clinton, es un Valenzuela reloaded con ideas nuevas. O no tan nuevas, pero distintas a las de ayer.
Ahora opina que la influencia de Estados Unidos en la región es benévola. “Las democracias latinoamericanas ya no enfrentan amenazas de apoyo estadounidense a las elites que temían que cualquier movimiento reformista era un frente para la expansión soviética. Estados Unidos se ha unido a otros países del Hemisferio Occidental para crear mecanismos que impiden la viabilidad de interrumpir las democracias constitucionales”, escribió el ya por entonces ex funcionario de Clinton en un “paper” publicado en el 2004, “Democracias latinoamericanas interrumpidas”.
Ahora dice que los obstáculos para el desarrollo de la región están en sus sistemas políticos. En el mismo “paper”, Valenzuela escribió que la baja representatividad de los partidos, las peleas entre los presidentes y los Congresos y la falta de consensos para instalar un programa de gobierno han abatido el espíritu democrático que barrió la región durante la restauración de los ‘80, dando paso a democracias débiles, que en algunos casos han derivado en dictaduras, como ocurrió en Perú con Fujimori, o gobiernos “cuasiautoritarios”, como sería el caso con la Venezuela de Chávez.
En ese trabajo, como lo viene haciendo desde hace más de una década, Valenzuela argumentó a favor de la imposición de esquemas parlamentaristas en la región, supuestamente para fortalecer sus sistemas políticos y hacer más eficaces a sus Estados. En su “paper” Valenzuela no se priva de ofrecer ejemplos a seguir, aunque se traten de modelos europeos como los que tanto había criticado cuando intentaron imponerlos los modernistas: la tercera y cuarta repúblicas francesas, Europa occidental a partir de 1789, la Polonia y la República Checa del poscomunismo.
El nuevo Varenzuela dice que es la cultura presidencialista latinoamericana la que impide hacer las reformas que permitirían alcanzar un grado más alto de desarrollo. Y que esa cultura es difícil de cambiar a favor del parlamentarismo porque es heredera de “historias” y “tradiciones” muy arraigadas en la región. Uno sospecha que para el hoy funcionario estadounidense, esas mismas “historias” y “tradiciones” estarían detrás de la “inseguridad jurídica” que tanto le preocupa.
Entonces, Valenzuela, representante del sistema presidencialista por excelencia, Estados Unidos, concluye que ese esquema no se adapta bien a la cultura latina. Por eso nos aconseja adoptar la “prudencia” de Jefferson y Madison, en vez de copiar la letra de la Constitución que ellos escribieron para su país.
En la década pasada las ideas sobre el parlamentarismo latinoamericano de Valenzuela, o más bien las de su maestro, Juan Linz, generaron un intenso debate entre los politólogos de la región y hasta llegó a celebrarse en Brasil un plebiscito sobre ese sistema de gobierno que fue ampliamente derrotado.
Hoy los líderes de la región parecen seguir el camino del “desarrollo dependiente asociado” que tipificaron Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto en los ’70. Algunos sumaron mecanismos de democracia directa inspirados en la “razón populista” que propone el politólogo Ernesto Laclau.
Para el nuevo Valenzuela, estos últimos están destinados a fracasar porque la llave del desarrollo es la ciudadanía política: partidos fuertes y equilibrados, elecciones competitivas, separación de poderes, libertad de expresión. Durante su gira sudamericana el funcionario de Obama habló mucho de estos temas en público y en privado con gente “moderna” como Macri, Cobos y Cavallo.
En cambio, no se le escucharon muchas definiciones sobre la desigualdad social y la pobreza estructural que persiste en la región según pasan los siglos y cambia la orientación de los gobiernos. Para el enviado de Obama, los conceptos de ciudadanía social y ciudadanía económica parecen ser meros ideologismos.
Néstor Kirchner, Aníbal Fernández y Héctor Timerman ya se encargaron de contestarle al hoy representante de los intereses regionales de Estados Unidos. Pero el mejor crítico del nuevo Valenzuela es el Valenzuela clásico, el de la universidad, aquel abanderado del enfoque dependentista desarrollado en la Cepal de Raúl Prebisch.
Allá por 1978, en uno de sus trabajos más citados, “Modernización y Dependencia: Perspectivas Alternativas para el estudio de América Latina,” Valenzuela escribió:
“La modernización de un país o unidad regional sólo se puede entender a partir de su inserción histórica en un sistema político-económico global... En los países periféricos el desarrollo de estructuras que producen ganancias a los grupos dominantes no conduce a la ganancia colectiva ni a un desarrollo parejo.”
Lo que cambia entre el centro y la periferia no es el nivel de racionalidad, sostenía el joven Valenzuela, sino la estructura del sistema de incentivos. Ese sistema, según el lugar que se ocupa dentro de él, produce distintos comportamientos. Entonces “el cambio surge del realineamiento de las relaciones de dependencia a lo largo del tiempo”.
Esas relaciones cambiaron durante el gobierno de Bush, cuando Estados Unidos apostó todo a las guerras en Medio Oriente y descuidó la región, permitiendo la emergencia de actores postergados. Esos actores parecen haber estudiado bien al Valenzuela clásico. Por eso les cuesta tanto digerir las viejas recetas y nuevas lecciones que vino a impartir el Valenzuela moderno.
sodonnell@pagina12.com.ar

(19 de diciembre, 2009)
EL ENVIADO DE OBAMA HABLO EN ASUNCION DE SUS COMENTARIOS SOBRE ARGENTINA
“Es parte de la libertad de prensa”
El subsecretario adjunto para América latina de EE.UU. volvió a hablar de inseguridad jurídica, en referencia a Paraguay. También criticó una compra de fusiles del gobierno venezolano.
El secretario de Estado adjunto de EE.UU. para América latina, Arturo Valenzuela, afirmó ayer, tras reunirse con el presidente paraguayo, Fernando Lugo, en Asunción, que la Administración de Barack Obama aboga por fomentar el pluralismo y por dejar de lado las diferencias ideológicas.
Valenzuela respondió en esos términos a la consulta de periodistas sobre su percepción del rumbo ideológico del gobierno paraguayo, que denota afinidad hacia sus homólogos de Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Por otra parte, Valenzuela se refirió a la polémica que desataron en Argentina sus declaraciones del miércoles pasado en Buenos Aires y en las que expresó que existen dudas de las empresas de Estados Unidos sobre el manejo de la economía argentina.
“Eso se acepta porque es parte de un discurso abierto, es parte de la libertad de prensa. Tenemos que tener diálogos, intercambios de puntos de vista, incluso en situaciones en las que a lo mejor no podríamos estar de acuerdo”, opinó.
Al igual que en la Argentina, Valenzuela comentó que en Paraguay también se reunió con autoridades del Legislativo paraguayo, con empresarios, así como referentes políticos y civiles, y al parecer no quedó satisfecho con lo que escuchó.
“He recogido de distintas esferas locales una preocupación sobre la seguridad jurídica en este país. Uno de los desafíos que tiene Paraguay es seguir fortaleciendo las instituciones y el Estado de Derecho”, expresó. El diplomático también había señalado en la capital argentina que notó un cambio respecto del clima de inversión entre las firmas estadounidenses y recordó que “en 1996 (durante el gobierno de Carlos Menem) había mucho entusiasmo e intención de invertir” en ese país.
Esas declaraciones motivaron que el canciller argentino Jorge Taiana expresara anoche a la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, la postura del gobierno de ese país sudamericano, que calificó de “desafortunadas” las aseveraciones de Valenzuela.
El encuentro entre Taiana y Clinton se llevó a cabo paralelamente a la participación de ambos en la Cumbre del Cambio Climático, en Copenhague. Valenzuela, quien llegó el jueves por la noche a Asunción, el mismo día en que el comandante del Comando Sur de EE.UU., Douglas Fraser, concluyó una sorpresiva visita a esta capital.
El secretario de Estado adjunto de Estados Unidos ofreció una conferencia de prensa tras entrevistarse con el mandatario de Paraguay, Fernando Lugo, en la residencia presidencial en Asunción, última etapa de su gira que lo llevó antes a Argentina, Brasil y Uruguay.
El diplomático opinó que “una de las grandes virtudes” de Obama es la intención de buscar “una buena interlocución con los países” y “privilegiar el multilateralismo y la importancia de trabajar juntos con otros en la búsqueda de las soluciones de los problemas”.
“Ya no tiene sentido estar hablando en forma ‘maniqueísta’. Todos buscamos lo mismo, trabajar mejor para superar la condición de nuestros pueblos”, aseveró el secretario de Estado adjunto, cuya reunión con Lugo no fue registrada por los reporteros gráficos. Mencionó, además, que no se trata de un tema de derechas ni de izquierdas sino del compromiso con las realidades que son claras en el continente.
En cuanto a los permanentes roces entre Lugo y su vicepresidente, Federico Franco, que se remontan desde la asunción de ambos al poder, el 15 de agosto de 2008, el funcionario comentó que esa situación forma parte de un entorno político complejo como los que también se registran en otros países.
“Lo que se espera es que tanto en nuestro contexto como en otros se busque cómo establecer mecanismos de cooperación, de trabajo conjunto por parte de todos los sectores”, indicó.
El funcionario realizó su gira por el Cono Sur en un momento de cierta irritación en las relaciones interamericanas debido a la postura adoptada por EE.UU. en la crisis hondureña y el mal sabor que dejó el reconocimiento de los comicios en ese país por parte de Washington. La confirmación de Valenzuela estuvo demorada varios meses en el Senado por el influyente senador republicano Douglas DeMint a causa de la negativa del gobierno de Obama de reconocer las elecciones convocadas por la dictadura. Cuando el gobierno de Obama cambió su posición, Valenzuela, un ex profesor chileno-estadounidense de la Universidad de Georgetown, fue confirmado.
Entre tanto, el jefe del Comando Sur expresó en la víspera en Asunción que su país sigue el fortalecimiento armamentístico de Venezuela, con especial atención la compra de una importante partida de fusiles “sin que haya una amenaza bélica convencional” en la región.
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PANORAMA POLITICO
Las reuniones de Valenzuela
Por Luis Bruschtein
“Fuimos a la reunión como partido de oposición con neta vocación de poder”, fue la declaración del flamante jefe del principal partido de la oposición, el senador Ernesto Sanz, al salir del encuentro con Arturo Valenzuela, el subsecretario para Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado norteamericano. Pero en el grupo que lo acompañó estaba el vicepresidente Julio Cobos, que dijo todo lo contrario: “Vine aquí en mi carácter de vicepresidente”.
Si Valenzuela fuera ingenuo podría haber pensado que se trataba de un grupo de esquizofrénicos salidos del Borda. Pero lo que menos hubo en esa reunión fue ingenuidad y cada quien se sabía protagonista del disparate institucional argentino, donde el mismo grupo que se asume como “de oposición, con vocación de poder” lleva al vicepresidente del oficialismo. El radicalismo, cuya carta más fuerte a lo largo de su historia ha sido la institucionalidad, se convierte así en el protagonista del equívoco institucional más grande.
La vicepresidencia le da a Cobos un escenario que lo pone a mucha distancia de sus competidores en la carrera para el 2011. Sin embargo, es nada más una estratagema, una picardía, que a medida que se prolonga puede comenzar a producir un efecto contrario y cuando eso suceda el proceso puede ser irreversible. No es un buen lugar para Cobos ni para ningún político aunque por ahora no tenga costos por la condescendencia de la mayoría de los grandes medios y los periodistas políticos, más enfrascados en una pelea sin cuartel con el oficialismo.
Resulta que para el Departamento de Estado, los tres candidatos de la oposición con más posibilidades en las presidenciales del 2011 son Francisco de Narváez, Mauricio Macri y Julio Cobos. Si la administración norteamericana pensara que hubiera otros, entonces, éstos fueron sus preferidos ya que fue con quienes pidió reunirse Valenzuela. De los tres, De Narváez es el único que se presenta como peronista, lo que los mismos peronistas no terminan de digerir. Y tampoco es tan seguro que pueda ser candidato a la presidencia por su nacionalidad colombiana. De alguna manera, los consultores argentinos de la embajada y los mismos analistas del Departamento de Estado parecieran descontar que el próximo presidente o no es peronista o sale del oficialismo.
Desde el punto de vista de Valenzuela sería lógica su intención de conocer a los posibles futuros inquilinos de la Rosada, pero para cualquier argentino resulta evidente la cortedad de un análisis que en este momento ya limita la carrera en la oposición a esos tres candidatos, cuando hay otros nombres, incluso dentro del peronismo, de centroderecha y centroizquierda, que pueden ostentar los mismos diplomas para esa competencia.
La agenda de Valenzuela tuvo intención política. Las tres reuniones con políticos no fueron al azar ni solamente porque son los que tienen más posibilidades, porque la realidad demuestra que no es así. De la misma manera funciona con los encuentros que mantuvo con los directivos de empresas norteamericanas radicadas en Argentina ya que después convocó a una conferencia de prensa donde usó los argumentos retrógrados de esos empresarios para hostigar al Gobierno. Fue un evento planificado y controlado donde no había forma de repreguntar y donde cada palabra estaba muy pensada.
Esta primera visita de Valenzuela a la Argentina plantea algunos contrastes con su antecesor Thomas Shannon, un diplomático de carrera que manejaba con mucho pragmatismo la relación con un gobierno argentino que resulta difícil de etiquetar desde Washington ya que se permite ciertas radicalidades diferentes a los gobiernos de Brasil y Chile, pero no se enrola en la línea bolivariana de Venezuela o Bolivia. Shannon evitó ideologizar su diplomacia y tendió a establecer relaciones personales con los mandatarios, en especial con Cristina Fernández.
Valenzuela es profesor titular de la materia Gobierno y director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, es un intelectual de la derecha demócrata y ha sido funcionario del gobierno de Bill Clinton. Por lo menos en esta primera visita demostró que, al revés que Shannon, tiende a ideologizar las relaciones diplomáticas desde la visión que él considera como republicana y democrática. Es un admirador del sistema político de Chile (el país donde nació) y hasta ha llegado a expresar sus simpatías por el candidato extrapartidario Marco Enríquez-Ominami.
El sistema chileno es uno de los más cerrados si se lo compara con otros latinoamericanos, incluyendo al argentino. Prácticamente no deja espacio para las fuerzas menores y otorga casi todo el manejo del poder a la primera minoría. El que gana, gana todo y el que pierde, acompaña. Es un sistema que está pensado para evitar desbordes, sorpresas o largas deliberaciones y negociaciones. Una democracia prolija y ordenada desde donde se puede mirar a otras versiones más abiertas y dinámicas, como populistas.
Otro de los invitados de Valenzuela fue un Mauricio Macri en el peor momento de su gestión, golpeado por un escándalo de espionaje realizado por sus funcionarios y por otro escándalo por la designación en el Ministerio de Educación de alguien acusado de masserista. La imagen de un Macri que nombra jefe de policía a su amigo Fino Palacios, acusado de encubrimiento en el atentado a la AMIA y de montar una oficina de espionaje político y comercial, no es la mejor para mostrarse al mundo. Y menos si se le suma la designación de Abel Posse en Educación, un ministro que reclama represión y responsabiliza al rock “foráneo” por la criminalidad juvenil y la drogadicción. Ninguna de las dos situaciones tiene atenuantes ni puede negarse, son hechos reales y provocados por el mismo jefe de Gobierno.
Igual, Macri le dijo a Valenzuela que el “ciclo de los Kirchner en Argentina está terminando y les pedí que nos tengan fe, que después venimos nosotros”, amenazó. Lo más gracioso es que el reemplazante del Fino Palacios, Eugenio Burzaco, fue discípulo de Valenzuela en la Universidad de Georgetown. El macrismo se esforzó por difundir que, a partir de esta relación con Burzaco, Valenzuela se había comprometido a apoyar a la policía porteña con programas de capacitación permanentes. El único problema es que los cursos que ofrece Estados Unidos están relacionados con el combate a la droga y el terrorismo, pero la nueva policía porteña no podrá intervenir en delitos federales.
De la reunión con De Narváez, un ex empresario que vive de la renta que producen fondos fiduciarios en algún paraíso fiscal, no trascendieron detalles, aunque es probable que haya tenido un contenido similar. El colombiano-argentino está haciendo circular encuestas en los medios que lo sitúan con probabilidades para disputar el año próximo la interna del PJ por la gobernación bonaerense. Así empezó su campaña mediática para la elección del 28 de junio, distribuyendo encuestas que finalmente se hicieron realidad. Pero primero deberá decidir si compite en la presidencial.
Valenzuela es hijo de un obispo metodista chileno que a los 16 años viajó a los Estados Unidos para estudiar y allí se quedó. Sus cuestionamientos conocidos a la Argentina apuntaron siempre al default y a los intereses de los tenedores de bonos que quedaron fuera de la negociación. Por eso su reclamo sobre la “inseguridad jurídica” no es nuevo. Antes lo hizo por los “holdouts” y ahora por los empresarios norteamericanos con quienes se reunió. Su añoranza por el menemismo tiene sentido porque en la época de las relaciones carnales, él era el que estaba del otro lado (como subsecretario de Clinton). Obama designó a Hillary Clinton en el Departamento de Estado y la ex primera dama nombró a Valenzuela, un ex colaborador de su marido, al frente de las relaciones con América latina. Y la agenda de la primera visita de Valenzuela a la Argentina mostró a una diplomacia que, si insiste por ese camino, podría llegar a resultar tanto o más perjudicial para América latina que la de George Bush, porque expresa objetivos y conceptos parecidos, pero con una actitud más militante.
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(18 de diciembre, 2009)
REPORTAJE AL EMBAJADOR ARGENTINO EN ESTADOS UNIDOS, HECTOR TIMERMAN
“No aceptamos presiones”
El diplomático expuso su molestia con los dichos de Arturo Valenzuela y señaló que “habrá que ver qué queda de todo esto”. No pasó por alto que sólo se haya reunido con “la derecha” y aclaró que nunca se habló con Washington de la inseguridad jurídica.
Por Werner Pertot
“Valenzuela cambió las relaciones con la Argentina en las últimas 24 horas, sin que nos hayamos enterado”, advierte el embajador argentino en Estados Unidos, Héctor Timerman, que aclara de entrada: “No aceptamos que se trate de hacer presiones públicas”. El diplomático está bastante menos que contento con las declaraciones del funcionario estadounidense sobre la “inseguridad jurídica” en la Argentina y la comparación con 1996. “Solamente puede tener nostalgia del ‘96 alguien que no volvió a ver qué pasaba en la Argentina del ’96 en adelante –plantea Timerman–. Es como que yo llegue a Washington y diga que no veo el clima de optimismo que se vivía acá en 2007”, grafica.
–¿Se están evaluando medidas por las declaraciones de Valenzuela?
–No más allá de mostrar nuestro desagrado y de ver cómo continuamos las relaciones. Habrá que ver qué es lo que queda de esto.
–¿Van a presentar una protesta formal?
–Hubo un comunicado de la Cancillería. Y yo, en las reuniones que tenga, voy a manifestar este desagrado y ver de qué manera modifica esto el diálogo sobre otros temas de la relación bilateral.
–¿Qué opina sobre el planteo de la “inseguridad jurídica”?
–Extrañar la situación que vivía la Argentina en el ’96 es como que yo llegue a Washington y diga que no veo el clima de optimismo que se vivía acá en 2007. Ese año acá estaban en una bicicleta financiera que terminó en un desastre. En 1996, la Argentina estaba en una situación donde una minoría vivía el jolgorio de la convertibilidad mientras cerraban fábricas, expulsaban gente, y esto llevó a la crisis de 2001.
–¿Obama no hizo campaña contra esa bicicleta financiera?
–Sí, claro. Valenzuela le recomienda a la Argentina que vuelva a la pirueta del endeudamiento permanente, algo que Obama identifica como el motivo del colapso financiero de los Estados Unidos. O él no representa la visión de Obama u Obama quiere para la Argentina algo que no quiere para Estados Unidos, lo que me parece difícil de entender.
–¿Es habitual que los funcionarios estadounidenses se reúnan con los presidenciables de la oposición?
–La Argentina es abierta en ese sentido y no veo un problema en que quiera dialogar con distintos sectores sociales. Lo que sí me parece que marca una decisión política es sólo reunirse con la derecha argentina: Macri, Cobos y De Narváez. Yo le pedí que se reuniera con actores sociales como dirigentes obreros y con el partido radical. Le dije que hay que escuchar muchas voces en la Argentina. Nunca me imaginé que sólo le interesaba juntarse con la derecha.
–¿A la CGT le negó una reunión?
–El no le pidió reunirse a la CGT. El hecho es que no se reunió con ningún dirigente sindical, los radicales y la izquierda democrática. Esto indica una concepción ideológica de Valenzuela. Solamente puede tener nostalgia del ’96 alguien que no volvió a ver qué pasaba en la Argentina del ’96 en adelante. El partido radical le pidió dos veces reunirse con él y le dijo que no tenía tiempo.
–Pero en el encuentro con Cobos estaba Ernesto Sanz, titular de la UCR.
–No, él dijo que se reunió con el vicepresidente argentino. Hay que preguntarle a la UCR si existió una reunión institucional. A mí me dicen que no se dan por satisfechos con esa reunión. Y tengo entendido que el señor Cobos no pertenece al partido radical. Si le levantaron la expulsión en las últimas 48 horas, bienvenido sea, pero yo tengo entendido que no.
–Si Cobos fue como vicepresidente, ¿por qué van con él Sanz, Rodolfo Terragno y Raúl Baglini?
–No lo sé. El discurso de Cobos no cierra y el de Valenzuela, tampoco. Si hubieran ido los radicales, seguramente habrían recordado las presiones de Estados Unidos a Illia y Alfonsín por sus posiciones de no ceder ante los intereses del momento. Al igual que ocurrió con Perón, Kirchner y Cristina. Distinta fue la relación con Menem, Duhalde y De la Rúa, que cedieron y recibieron grandes felicitaciones y palmadas en el hombro. No aceptamos que se trate de hacer presiones públicas. Valenzuela cambió las relaciones con la Argentina en las últimas 24 horas sin que nos hayamos enterado.
–¿Está diciendo que no representa al gobierno de Obama con lo que dijo?
–Lo que digo es que nunca tuvimos ningún diálogo desde que asumió Cristina sobre la supuesta inseguridad jurídica. Valenzuela no le planteó el tema ni al vicecanciller, ni al jefe de Gabinete, ni siquiera cuando me pasó por escrito los temas que quería hablar con Aníbal Fernández. Me da la sensación de que en las últimas 24 horas hubo un cambio, si no, ¿por qué no se lo dijo a los funcionarios argentinos?
–Valenzuela aclaró que “no necesariamente” piensa que hay inseguridad jurídica. Asegura que repetía opiniones de empresarios.
–La palabra “necesariamente” pone en duda lo que piensa. O lo piensa o no lo piensa. Tendría que decir si lo piensa o no. Yo no puedo saberlo y le pido que lo aclare. Si lo piensa, ¿por qué no nos lo planteó antes? Si no lo piensa, ¿para qué lo repite? Sabe tanto castellano como yo, así que no es un problema de interpretación.
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(17 de diciembre, 2009)
La visita del nuevo encargado para América latina del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela, un profesor universitario de origen chileno relacionado con la derecha del Partido Demócrata, dejó sabor a poco o nada para los que esperaban un cambio en la política del país del Norte hacia América latina.
El viaje del subsecretario estuvo precedido el viernes por un fuerte discurso de Hillary Clinton, la jefa del Departamento de Estado y jefa de Valenzuela, con advertencias a los países de la región que se relacionen con Irán. Aludió directamente a Bolivia y Venezuela, pero omitió a Brasil. En Brasil, Valenzuela no fue recibido por el presidente Lula ni por el canciller José Amorim, sino por el asesor en política exterior de la presidencia, Marco Aurelio Garcia. Valenzuela es amigo personal del ex presidente y dirigente opositor Fernando Henrique Cardoso, pero no se reunió con él en esta oportunidad.
En Argentina, las cosas fueron algo diferentes. El protocolo no prevé en ningún país que un subsecretario extranjero tenga la obligación de ser recibido con el presidente del país anfitrión, a no ser que éste así lo decida. Ni Lula ni Cristina se reunieron con Valenzuela. En nuestro país, el Gobierno resolvió que la entrevista oficial fuera el martes con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Por eso, el encuentro que mantuvo Valenzuela con el vicepresidente Julio Cobos tiene un cariz más delicado que puede sugerir un desplante al Gobierno tanto de Cobos como de Valenzuela y, en el caso de este último, más grave aún porque implica una intervención poco transparente en la política interna de la Argentina.
La situación de Cobos es delicada y una de las más complejas de la política nacional. Valenzuela podría aparecer como cómplice de la anomalía institucional que implica que el vicepresidente también sea uno de los dirigentes de la oposición. Se trata de una parte poco diplomática de la agenda del visitante, que termina por hacerle un flaco favor a la institucionalidad del país.Pero sus declaraciones posteriores profundizaron el malestar en ese plano. La alusión a la “inseguridad jurídica”, que apunta a los planteos de la empresa Kraft porque el Estado la obligó a reincorporar despedidos o a Torneos y Competencias por la televisación del fútbol, y la ley de servicios audiovisuales, pusieron de manifiesto el contenido regresivo que sigue teniendo la diplomacia norteamericana para la región. La frutilla del postre la puso cuando afirmó que los empresarios norteamericanos en la Argentina tienen nostalgia por 1996, el año de oro del menemismo y el neoliberalismo, la fiesta más cara de los ricos que llevó al desastre del 2001-2002.
Después del drama de miseria, desempleo y destrucción de la economía que significó para los argentinos la década menemista con su complemento aliancista, las declaraciones de Valenzuela, en nombre de los empresarios norteamericanos o de lo que fuera, sumadas a su reunión con el vice por fuera de la agenda institucional, dejan un sabor a sopapo y golpe bajo, que muchos no esperaban de un funcionario de Obama. En otro momento nadie hubiera dudado de que Cobos había recibido un guiño obvio del gobierno norteamericano. Es cierto que se reunió con otros dirigentes de la oposición, como Francisco de Narváez y Mauricio Macri. Pero el encuentro con Cobos implicó un compromiso más alto porque para hacerlo debió transgredir premisas muy básicas de la diplomacia.
Esta visita también se dio en un contexto donde la mayoría de los países de la región se oponen a la instalación de bases norteamericanas en Colombia y critican la posición del gobierno norteamericano en Honduras, donde reconoció las elecciones celebradas por los golpistas que derrocaron al presidente Manuel Zelaya. Justamente los países del Mercosur, que forman parte de la gira de Valenzuela, acaban de suscribir en Montevideo una declaración conjunta, impulsada por Argentina, que desconoce el resultado de las elecciones en Honduras y pide la restitución de Zelaya. En las reuniones que Valenzuela mantuvo en Brasil y Argentina, surgieron las diferencias en estos temas.
Si la política de Obama para la región se define como hasta ahora por instalar bases norteamericanas en el corazón de Sudamérica, en cierta concesividad hacia los golpes derechistas y dureza contra gobiernos como los de Venezuela y Bolivia, lo lógico sería que desarrolle al mismo tiempo una estrategia activa en ese sentido para desmontar gobiernos y alianzas que impliquen un obstáculo a esos fines. Si ese es el camino que elige Obama, su política no se diferenciaría tanto de la de George Bush.//

DE NARVAEZ, MACRI Y COBOS SE REUNIERON POR SEPARADO CON VALENZUELA
Con tres posibles candidatos
El responsable de la administración de Barack Obama para América latina se reunió durante su visita al país con tres presidenciables de la oposición, además del encuentro oficial del martes con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
Por Werner Pertot
El responsable del gobierno de los Estados Unidos para América latina, Arturo Valenzuela, tuvo reuniones con los presidenciables opositores: recibió al vicepresidente Julio Cobos y a referentes de la conducción de la UCR; al jefe de Gobierno, Mauricio Macri, y al diputado de Unión-PRO Francisco de Narváez. Con Cobos, hablaron de las bases estadounidenses en Colombia, del caso de Honduras y de las restricciones a la exportación de productos argentinos a Estados Unidos. Macri le planteó sus diferencias con el gobierno nacional y le aseguró que las elecciones de este año marcaron un cambio de tendencia hacia 2011. Y le pidió que, después “del fin del ciclo kirchnerista vuelvan a confiar en nosotros”.
El enviado estadounidense cerró su visita con encuentros con opositores que, en su mayoría, planean postularse a presidentes en 2011 tanto por el radicalismo, por el PRO o por el peronismo disidente. En la conferencia de prensa que brindó como resumen de su paso por la Argentina, Valenzuela destacó su encuentro “con una autoridad tan alta como el vicepresidente Julio Cobos”. El secretario de Estado adjunto compartió un almuerzo –bife de ojo, con ensalada, vino y gaseosas– con Cobos, el titular del Comité Nacional de la UCR, Ernesto Sanz; el ex senador Ernesto Terragno, el cobista Raúl Baglini y el embajador Roberto Villambrosa, en la residencia de la embajadora de Estados Unidos en la Argentina, Vilma Martínez.
De Narváez, por su parte, tuvo un encuentro a solas con Valenzuela el martes por la noche en la embajada de Estados Unidos y Macri se reunió con el funcionario estadounidense ayer poco después de aterrizar, de vuelta de su viaje a Copenhague. También lo vio sin testigos. Macri le aseguró que el 28 de junio hubo “un cambio que el kirchnerismo no entendió”. “Le quise transmitir que, más allá de que estamos en el fin del ciclo kichnerista, la Argentina tiene una enorme esperanza por delante, una enorme oportunidad”, contó el jefe de Gobierno. Según relató, el líder de PRO le indicó al funcionario estadounidense “que nos queremos llevar bien con el mundo, que no estamos para pelear con nadie, sino que vuelvan a confiar en nosotros, que vuelvan a invertir en la Argentina”.
“Me entrevisté en carácter de vicepresidente”, aclaró Cobos, luego del encuentro. “El secretario vino al país para llevarse una visión general de la relación entre Estados Unidos y la Argentina”, dijo. “Me informó que concurrió a Brasil y esta semana hará lo propio con Uruguay. Su visita merece atención, porque nuestro país tiene muchas relaciones que van más allá de lo comercial con Estados Unidos”, interpretó. Cobos informó que conversaron sobre diversos temas de política internacional. “La situación de Honduras y el tema de las bases en Colombia fueron parte también de nuestro encuentro”, planteó Cobos. Valenzuela le indicó que Obama busca una política hacia América latina muy distinta de la de George W. Bush.
Los radicales le plantearon a Valenzuela la necesidad de resolver problemas de exportación de productos argentinos. “Hay algunas restricciones que Estados Unidos impuso a partir de los juicios de Ciadi que perjudican a la Argentina, sobre todo, en las economías regionales (vino, citrus, aceite de oliva, carne)”, explicó a Página/12 uno de los asistentes al convite. “Obviamente, la respuesta fue que existen algunos temas pendientes con Argentina y que él referenció: los holdouts y los juicios del Ciadi. En fin, dentro de este contexto hay que generar una relación lógica para ir destrabando cada uno de estos temas”, dijo Cobos. Sobre la “inseguridad jurídica”, advirtió que “ellos ponen en la balanza que aparecen empresas que se perjudicaron, porque son tenedoras de bonos y actúan en consonancia con esas empresas y de ahí que para rever estas medidas estén esperando respuestas. Habrá que poner el mayor de los esfuerzos para que así suceda”. “No hubo alusión al tema Venezuela” sostuvo Cobos, quien estimó que “hubo muchas coincidencias entre los temas planteados por el secretario y los que yo expuse”.
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(16 de diciembre, 2009)
VALENZUELA PIDIO "SEGURIDAD JURIDICA"
El enviado de Obama mostró nostalgia por los '90
El secretario adjunto de los Estados Unidos para América Latina aseguró que empresarios de su país le manifestaron su "preocupación" por la "inseguridad jurídica" y "el manejo económico" de la Argentina. Valenzuela brindó una breve conferencia de prensa en la que manifestó que "en 1996 había mucho entusiasmo e intención de invertir" y que ahora nota "un cambio". El funcionario estadounidense mantuvo esta mañana reuniones con Cobos, Macri y De Narváez.
Durante una reducida rueda de prensa en la sede de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, el funcionario del gobierno de Barack Obama explicó que su viaje por la región "es un viaje para escuchar".
Valenzuela aclaró que debió haber realizado antes esta gira que incluye a la Argentina, "incluso en agosto o julio", pero el Senado norteamericano demoró su designación como Secretario "pese a que el 20 de julio la Comisión de Relaciones Exteriores votó a favor".
Además de reunirse con el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández y el vicecanciller Victorio Taccheti, el funcionario estadounidense no perdió oportunidad de mantener encuentros con miembros de la oposición, como el vicepresidente Julio Cobos, el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y el diputado nacional del PJ disidente Francisco de Narváez.
"Escuché durante mi visita a Buenos Aires distintos puntos de vistas de distintos actores y tuve la oportunidad de estar con una autoridad tan alta como el vicepresidente y también con otras figuras importantes, tanto oficiales como de otros sectores", destacó.
Valenzuela dijo llevarse "un buen insumo de las preocupaciones que tienen distintos sectores en la sociedad, en la política argentina, y de los empresarios argentinos". Cuando se le preguntó sino le hubiese gustado reunirse con la Presidenta, el funcionario de Obama evitó responder.
El funcionario declaró que, tras un encuentro con representantes de firmas estadounidenses en el país, "algunas con una trayectoria larguísima", notó "un cambio en lo que decían".
"En el '96 había mucho entusiasmo e intención de mucha inversión. Hoy en día escuché, por parte de ellos, una preocupación por temas de inseguridad jurídica y de manejo económico", afirmó. El enviado de Obama para la región agregó que estas "preocupaciones" llevarán a que los empresarios "no podrán realizar las inversiones que estarían interesados en hacer hacia adelante", a menos que "haya algunos cambios".
Valenzuela concluyó esta tarde la visita que realizó a la Argentina y seguirá su gira, que inició en Brasil, a Uruguay y Paraguay.

Randazzo: "Lamentamos que algunos funcionarios reincidan en viejas prácticas"
El ministro del Interior afirmó que "la Argentina vive una etapa de plena garantía institucional y jurídica y ha dejado atrás la etapa en la que venía un funcionario de otro país a decirle cuáles eran las garantías que pretendían en beneficio de sus propios intereses", al referirse a las declaraciones del subsecretario de Asuntos Hemisféricos de EEUU, Arturo Valenzuela.
"Lamentamos que algunos funcionarios reincidan en viejas prácticas cuando tenemos expectativa en que se inaugure una nueva etapa en la política exterior estadounidense", señaló el Ministro del Interior y agregó que "no hay ningún indicio de que haya inseguridad jurídica o violación a las normas vigentes".
"En Argentina si hay algo diferente a la década del 90 es la defensa de intereses, ya que hoy el gobierno defiende los de su pueblo y en aquel entonces defendía los de las empresas que se llevaban millones de dólares al exterior", agregó el ministro.
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La Cancillería le contestó a Valenzuela
La Cancillería argentina salió al cruce de las declaraciones del funcionario del gobierno de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, al señalar que en el gobierno nacional "no han recibido quejas de empresas estadounidenses con intereses e inversiones" en el país.
"El Gobierno argentino reitera su disposición a analizar todos los aspectos que permitan promover las relaciones recíprocas, especialmente las económicas, entre los dos países. Para este diálogo existen canales abiertos y consolidados, a disposición de ambos Gobiernos", sostuvo la Cancillería en un comunicado.
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(7 de noviembre, 2009)
Confirmaron a Valenzuela
Barack Obama ya tiene su hombre para América latina. Después de seis meses de veto republicano, el académico chileno Arturo Valenzuela fue confirmado por el Senado norteamericano como subsecretario de Estado para América latina, en reemplazo de Thomas Shannon, quien aún espera la ratificación del Congreso para asumir como embajador en Brasilia. La Cámara alta finalmente aprobó el nombre de Valenzuela después de que el senador republicano de Carolina del Sur, Jim DeMint, retirara su veto. El jueves a la noche el legislador había adelantado sus razones. “La secretaria de Estado Hillary Clinton y el subsecretario, Thomas Shannon, me han garantizado que Estados Unidos reconocerá el resultado de las elecciones hondureñas, haya sido restituido o no Manuel Zelaya”, había señalado DeMint en un comunicado. El Departamento de Estado restó importancia a las declaraciones del republicano y simplemente festejó la ratificación del hombre que durante los próximos cuatro años dirigirá la relación entre Washington y los países latinoamericanos. A Valenzuela no le será difícil hacer amigos en América latina. Chileno de nacimiento, se mudó a Estados Unidos a los 16 años para estudiar. Sin embargo, hace varias décadas que comparte charlas y libros con los más respetados académicos de la región. Se lo reconoce como un experto en política chilena y mexicana y un apasionado por analizar estrategias y herramientas políticas para consolidar las democracias latinoamericanas. Su postura hacia Cuba también es bien conocida en Washington. Desde su oficina en la universidad de Georgetown, Valenzuela ha reclamado varias veces un cambio en la política norteamericana y un acercamiento a la isla. El chileno además tiene una relación de larga data con la familia Clinton: fue funcionario durante los dos mandatos de Bill Clinton.
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