jueves, 25 de marzo de 2010

8º día de huelga











Mejor. No quiero cantar victoria, pero algo ha cambiado. Pido a Dios que todo resulte como parece.
En cuanto a mí, me siento muy bien. Aunque parezca extraño, estoy bien físicamente. Es un bienestar extraño pues se parece a la calma, pero es el adormecimiento del hambre. He dejado de pensar demasiado y me he ocupado de las cosas. Las orejas me arden ¿por la caminata entre ayer y hoy? Muy probable.
Las muestras de solidaridad estos días levantó mi ánimo notablemente. Los primeros días pasaron sin pensar y cuando acordé ya estaba en el sexto día. Amigas -siempre son las mujeres las que se compadecen de mí...- me mentaban la madre hasta esta mañana: loco, demente, cómo vas a hacer algo así, mándalos a la ..., no pongas tu orgullo en manos ajenas... Y cosas así. Total, que la gente entiende las cosas a su manera.
No es orgullo. Confíen en mí: sé lo que hago. No puedo comentar todo porque lo mismo hay amigos y amigas leyendo esto que oportunistas e inescrupulosos. Mañana -una vez aclarado el panorama- podré hablar con más claridad. Mientras tanto, confórmense con el lenguaje cifrado de un lobo hambriento.
Gracias por preocuparse, de veras. Va un fuerte abrazo.
Aunque no lo parezca a ratos, hay más amigos que enemigos en este mundo.
P.S.- Estoy preocupado por la mala racha económica de un amigo. ¿Tendré yo algo que ver?

martes, 23 de marzo de 2010

Hacia el mediodía se nubló un día que prometía

Sonrisas van, sonrisas vienen. Que por aquí lo puse y no lo encuentro.
--¿Este no es?
--No, no es.
--Ah, déjeme ver si lo encuentro.
Que quede claro: he sido paciente. Llevo 6 días en ayuno voluntario, vigilia y expuesto a la violencia callejera en busca de algo muy simple: que me sea regresada una carta: mi copia firmada y sellada de recibido en la que renuncio a solicitar refugio ante la Dirección General de Refugiados del Ministerio de Relaciones Exteriores fechada el 26 de febrero, que lleva a pie de página un par de notas manuscritas que especifíca aun más los motivos de mi renuncia y la persecución que he sufrido desde que salí de mi país (el gobierno boliviano y a los señores Álvaro García Linera y David Choqueguanca, vicepresidente de la república y canciller, respectivamente). Además de enfatizar que no pertenezco a ninguna organización de tipo política, militar o religiosa de ninguna índole. No busco firmar algún otro tipo de documento ni acuerdo personal con alguna otra autoridad o arreglo o acuerdo no explícito bajo la mesa.
No nos faltemos el respeto por favor. Por el bien de todos, no confundan buena voluntad y predisposición con bobería. Estoy agotado por el ayuno, pero aún guardo la suficiente lucidez. Mi intención es abandonar Ecuador en cuanto me sea posible y no arribar a ningún país que forme parte del eje acaudillado por el coronel Hugo Chávez (Venezuela-Cuba-Bolivia-Ecuador). No busco ser reclutado por ninguna organización y menos ser forzado a vivir dentro de un régimen de corte estalinista.
Aún es tiempo.

6º día de huelga de hambre

Hoy amaneció lloviendo.
El frío ha sido la peor parte de estos primeros seis días de huelga. El frío y la inseguridad de la calle: a pesar de la presencia policial en la zona, nunca falta el borrachito aventurado que te despierta a la mitad de la noche y te pide le des de comer o te amenaza con apuñalarte.
Poco a poco se siente los efectos del ayuno: debilidad en los miembros, nudo que crece en el estómago, hipersensibilidad olfativa (con sólo respirar la fragancia de un alimento siento que me alimento) y tendencia a la dispersión mental (pensar desgasta más que el esfuerzo físico). Cuando no estoy analizando el desenlace de esta historia, trato de leer un poco. Mi dieta básica es agua azucarada.
Ayer lavé ropa y tomé un baño que me supo a gloria. Vi buenas señales en el Ministerio de Relaciones Exteriores.