martes, 22 de septiembre de 2009

Regreso de Zelaya a Tegucigalpa

Zelaya denuncia ataques embajada Brasil en Honduras
2 horas, 38 minutos
TEGUCIGALPA (Reuters) - El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, denunció el martes ataques de policías con bombas lacrimógenas a la embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde se refugió tras volver sorpresivamente al país luego de casi tres meses del golpe que lo sacó del poder.

Un testigo de Reuters dijo que efectivos policiales desalojaron por la madrugada a cientos de personas que manifestaban a favor de Zelaya en las afueras de la sede diplomática con bombas lacrimógenas, aunque no se conocen reportes de heridos.
En Tegucigalpa hay toque desde el lunes y estará vigente hasta el martes por la tarde.
"Están atacando la embajada de Brasil, con sonidos estridentes para enloquecer a la gente que está aquí, están atacando con bombas la embajada de Brasil", dijo Zelaya en declaraciones a Telesur.
"Vine pacíficamente y desarmado, como usted lo ha visto, y hemos sido recibidos prácticamente a balazos, los he invitado al diálogo y nos contestan con metralletas, nos contestan tirando gas a la embajada para dispersar al pueblo, afectando, hiriendo con disparos", agregó.
Dos bombas lacrimógenas cayeron dentro de la sede diplomática, de acuerdo con el testigo de Reuters.
El retorno clandestino de Zelaya, a quien el Gobierno de facto pidió a Brasil entregarlo para apresarlo, agitó el fantasma de violentas protestas callejeras.
Zelaya convocó a sus seguidores a acudir a la sede de la embajada de Brasil en la capital hondureña para manifestar e hizo un llamado a las fuerzas armadas de su país a respetar al pueblo.
"La embajada está rodeada de policías y militares (...) prevengo actos de mayor agresión y violencia, que van a ser capaces de invadir hasta la embajada de Brasil", sostuvo Zelaya.
El Gobierno de facto en una carta diplomática criticó el lunes por la noche a Brasil y responsabilizó al país sudamericano de eventuales hechos de violencia.



Los golpistas reprimieron y desalojaron los alrededores de la embajada de Brasil
Militares hondureños rodearon por la madrugada la embajada brasileña en Tegucigalpa, donde permanece el depuesto presidente Manuel Zelaya, y obligaron a retirarse a los manifestantes que pasaron toda la noche frente al edificio. El propio Zelaya denunció que se dispararon gases y que se encuentran apostados francotiradores "por todos lados".

Los soldados y policías hondureños, muchos con sus rostros cubiertos con gorros pasamontañas, llegaron hacia las 6 locales y lanzaron gases lacrimógenos y golpearon con palos a unos 4.000 manifestantes zelayistas para obligarlos a irse de la zona de la legación brasileña, mientras regía en el país un toque de queda impuesto por el régimen de facto.
Luego de desalojar a los manifestantes, los militares colocaron equipos de amplificación en dirección a la embajada brasileña y comenzaron a tocar en forma estridente el himno nacional de Honduras, dijo Zelaya a la cadena estadounidense CNN.
Zelaya llamó al pueblo de su país a movilizarse para exigir el establecimiento de un diálogo nacional, y reclamó a la comunidad internacional una actuación más enérgica contra del régimen dictatorial.
"Este pueblo tiene que ponerse de pie para exigir el diálogo", exhortó el dignatario en declaraciones desde le embajada de Brasil a la cadena Telesur, citado por la Agencia Bolivariana de Noticias (ABN) de Venezuela.
En opinión del mandatario, la nación está "sometida a una dictadura; la vuelta a regímenes de ese tipo parecía una situación superada en el país, pero ha tenido lugar un retorno al fascismo, que apela a las armas y la violencia para imponer sus criterios".
"Frente al diálogo que yo les planteé, a la propuesta de paz que hemos hecho, tanto la comunidad internacional, un servidor y el pueblo, lo que tenemos de respuesta son balazos, bombas lacrimógenas, muerte, odio y destrucción. Se está instalado una dictadura represiva y criminal en Honduras que debe ser detenida inmediatamente", advirtió.
También calificó de "lamentable y crítico" lo ocurrido tras la asonada militar de junio pasado, y entendió que esa situación repercute "también negativamente sobre los otros pueblos latinoamericanos".
Zelaya insistió en que sí hay un régimen de terror en el país que debe ser atendido inmediatamente por la comunidad internacional.
"En Honduras hay un sólo Presidente, electo por el pueblo, como es su servidor, por lo que exijo a la comunidad internacional que actúe con energía, con determinación, con las diferentes formas que tiene en los aspectos comerciales y económicos, a fin de que este régimen no se perpetúe", sostuvo Zelaya.
Zelaya fue derrocado por un golpe de Estado el 28 de junio, pero fue reconocido como presidente constitucional de Honduras por la Organización de Estados Americanos (OEA), la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (Alba) y el Grupo de Río, así como por la ONU, que aprobó por unanimidad la condena a la asonada militar.
Acerca de la situación de represión en las afueras de la representación diplomática de Brasil en Tegucigalpa, Zelaya denunció: "Los golpistas buscan establecer una estrategia de fichar la embajada, rodearla, cortarle el suministro de alimentos, asfixiar a las personas que estamos adentro, para demostrar la fuerza de su poder y tratar de rodear a quienes estamos aquí, que buscamos una solución para el diálogo en el ámbito nacional".
Zelaya señaló que la comunidad internacional va a hacer sus acciones este martes, aunque el gobierno de facto cerró los aeropuertos nacionales para que nadie pueda visitar la nación centroamericana.
En un mensaje a la Asamblea General de la ONU que comenzará a sesionar mañana en Nueva York, expresó: "Llamo a la ONU porque soy el presidente elegido por el pueblo y es necesario que se aplique la Carta de las Naciones Unidas, tal como pide la OEA. No puedo vivir desterrado, por eso les pido que una resolución inmediata".
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“NADIE NOS VUELVE A SACAR”, DIJO DESDE LA CAPITAL HONDUREñA
Zelaya sorprendió con su vuelta
El presidente se asiló en la Embajada de Brasil, recibido por una multitud. Los golpistas pidieron a Brasilia que lo entregue. EE.UU. lo vio como una oportunidad para salir de la crisis.


Manuel Zelaya volvió a Honduras. De manera clandestina y en horas de la madrugada, el presidente constitucional burló los controles, regresó a Tegucigalpa y habló refugiado desde la embajada de Brasil. “He vuelto por la voluntad del pueblo para construir la democracia”, aseguró. “Que todos los hondureños vengan para aquí a protegernos, a evitar cualquier malentendido”, lanzó enseguida. De inmediato, miles de hondureños se movilizaron y coparon los alrededores de la sede diplomática. “Sí se pudo, sí se pudo”, empezó a corear la multitud. “A partir de ahora nadie nos vuelve a sacar de aquí: patria, restitución o muerte”, clamó el mandatario. Rápido, helicópteros del gobierno de facto comenzaron a surcar el cielo para supervisar los movimientos en la embajada mientras el despliegue policial crecía por las calles de la capital y voceros golpistas, a pesar de los hechos, seguían negando que el presidente constitucional se encontrase en el país.
Pero Zelaya, de camisa blanca, pantalón negro y sombrero de ala ancha, ya estaba adentro. “He venido a dialogar de frente; abriremos contactos con diferentes organizaciones de la sociedad para que la paz y la tranquilidad vuelvan a Honduras”, anunció, tras lo cual aseguró que buscará entablar negociaciones cuanto antes. Su apuesta, para ello, es traer al secretario general de la OEA de inmediato sobre el terreno. “Mañana (por hoy) el secretario general José Miguel Insulza está aquí. Me ha dicho que se quería venir hoy mismo, pero llega mañana”, afirmó. Sin embargo, la dictadura decretó un toque de queda desde las 16 hora local de ayer hasta la madrugada de hoy para desmovilizar a los manifestantes y por la noche anunció el cierre de los aeropuertos. Lejos de mostrarse dispuesto a la negociación, el régimen le pidió a la embajada de Brasil que lo entregue. “Hago un llamado al gobierno de Brasil a que respete la orden judicial dictada contra el señor Zelaya entregándolo a las autoridades competentes de Honduras”, señaló Micheletti en un mensaje leído en la Casa Presidencial.
Sin precisar cómo había entrado en su país, Zelaya aseguró que hizo “mil proezas” y un periplo de unas 15 horas para ingresar en territorio hondureño. “Se tuvieron que realizar diferentes movimientos en varios países, se tuvo que cambiar de transportes, hacer planificaciones para poder evadir retenes militares, postas policiales y los círculos de control que existen”, precisó el hondureño. “El presidente Zelaya atravesó montañas y ríos para llegar a estar junto a su pueblo”, detalló su canciller, Patricia Rodas.
Sobre la llegada a la embajada brasileña en Tegucigalpa, Celso Amorim, canciller brasileño, fue el encargado de brindar los detalles. “Una hora antes de la llegada de Zelaya, una diputada hondureña llamó a la Embajada de Brasil en Honduras diciendo que la esposa del presidente, Xiomara Castro, quería hablar con el encargado de Negocios en nuestra sede diplomática para pedir si Zelaya podía refugiarse allí”, precisó el canciller desde la sede de la ONU en Nueva York. Amorim explicó entonces que, en ese momento, el diplomático Francisco Catunda se comunicó con Itamaraty y él mismo, previa consulta con Lula, dio la luz verde. Aún más, Amorim aseguró que en la reunión que mantendrán en los próximos días Lula y el presidente estadounidense Barack Obama en el marco de la ONU, el asunto será abordado (ver aparte).
La postura de Estados Unidos, primero, fue cautelosa. “Instamos a que las partes hagan un ejercicio de prudencia y eviten cualquier acción que pueda derivar en un brote de violencia”, señaló Ian Kelly, vocero del Departamento de Estado. No obstante, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, definió más tarde una posición y afirmó que la vuelta de Zelaya “era una oportunidad para terminar con la crisis”. “Ahora que el presidente Zelaya ha regresado sería oportuno devolverlo a su puesto bajo las condiciones apropiadas, seguir adelante con las elecciones previstas para noviembre, contar con una transición pacífica de la autoridad presidencial y llevar de nuevo a Honduras al orden constitucional y democrático”, señaló Clinton desde la sede de la ONU en Nueva York.
Zelaya afirmó, en declaraciones a la prensa, que todas las acusaciones que se vertieron en su contra desde el golpe de Estado eran “calumnias y difamaciones sin ninguna clase de fundamento”, y dejó en claro que no teme afrontar posibles procesos en su contra. “No tengo ningún temor a la Justicia. Estoy preparado para responder de forma honesta a cualquier cuestionamiento”, sostuvo. “Nunca he violado ninguna ley, nunca he cometido ninguna falta”, insistió el presidente constitucional hondureño, quien ayer tuvo reuniones con ministros y líderes de la resistencia al golpe.
El mandatario depuesto ya había intentado volver a Honduras en al menos dos ocasiones: el 5 de julio pasado, vía aérea, y el 24 de julio, vía terrestre a la altura del paso fronterizo de Las Manos. Ayer, cuando comenzaron a circular los rumores acerca de su vuelta, las principales figuras del gobierno de facto optaron por negar los hechos. “Zelaya está tranquilo en una suite de un hotel de Nicaragua”, había dicho el dictador Micheletti cuando faltaban sólo minutos para que Zelaya empezara a hacer declaraciones desde la embajada brasileña. “Son mentiras, no está aquí”, agregaba, a su turno, el coronel golpista Ramiro Archaga, vocero del ejército.
Los hechos devorarían sus palabras. Juan Barahona, dirigente sindical del Frente de Resistencia Popular, afirmó que con Zelaya en Honduras, la dictadura no resistiría ni 24 horas. Se iniciaba un nuevo capítulo.
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