martes, 23 de marzo de 2010

Hacia el mediodía se nubló un día que prometía

Sonrisas van, sonrisas vienen. Que por aquí lo puse y no lo encuentro.
--¿Este no es?
--No, no es.
--Ah, déjeme ver si lo encuentro.
Que quede claro: he sido paciente. Llevo 6 días en ayuno voluntario, vigilia y expuesto a la violencia callejera en busca de algo muy simple: que me sea regresada una carta: mi copia firmada y sellada de recibido en la que renuncio a solicitar refugio ante la Dirección General de Refugiados del Ministerio de Relaciones Exteriores fechada el 26 de febrero, que lleva a pie de página un par de notas manuscritas que especifíca aun más los motivos de mi renuncia y la persecución que he sufrido desde que salí de mi país (el gobierno boliviano y a los señores Álvaro García Linera y David Choqueguanca, vicepresidente de la república y canciller, respectivamente). Además de enfatizar que no pertenezco a ninguna organización de tipo política, militar o religiosa de ninguna índole. No busco firmar algún otro tipo de documento ni acuerdo personal con alguna otra autoridad o arreglo o acuerdo no explícito bajo la mesa.
No nos faltemos el respeto por favor. Por el bien de todos, no confundan buena voluntad y predisposición con bobería. Estoy agotado por el ayuno, pero aún guardo la suficiente lucidez. Mi intención es abandonar Ecuador en cuanto me sea posible y no arribar a ningún país que forme parte del eje acaudillado por el coronel Hugo Chávez (Venezuela-Cuba-Bolivia-Ecuador). No busco ser reclutado por ninguna organización y menos ser forzado a vivir dentro de un régimen de corte estalinista.
Aún es tiempo.