jueves, 25 de marzo de 2010

8º día de huelga











Mejor. No quiero cantar victoria, pero algo ha cambiado. Pido a Dios que todo resulte como parece.
En cuanto a mí, me siento muy bien. Aunque parezca extraño, estoy bien físicamente. Es un bienestar extraño pues se parece a la calma, pero es el adormecimiento del hambre. He dejado de pensar demasiado y me he ocupado de las cosas. Las orejas me arden ¿por la caminata entre ayer y hoy? Muy probable.
Las muestras de solidaridad estos días levantó mi ánimo notablemente. Los primeros días pasaron sin pensar y cuando acordé ya estaba en el sexto día. Amigas -siempre son las mujeres las que se compadecen de mí...- me mentaban la madre hasta esta mañana: loco, demente, cómo vas a hacer algo así, mándalos a la ..., no pongas tu orgullo en manos ajenas... Y cosas así. Total, que la gente entiende las cosas a su manera.
No es orgullo. Confíen en mí: sé lo que hago. No puedo comentar todo porque lo mismo hay amigos y amigas leyendo esto que oportunistas e inescrupulosos. Mañana -una vez aclarado el panorama- podré hablar con más claridad. Mientras tanto, confórmense con el lenguaje cifrado de un lobo hambriento.
Gracias por preocuparse, de veras. Va un fuerte abrazo.
Aunque no lo parezca a ratos, hay más amigos que enemigos en este mundo.
P.S.- Estoy preocupado por la mala racha económica de un amigo. ¿Tendré yo algo que ver?