jueves, 20 de enero de 2011

El nacimiento de un nuevo fascismo: Tea Party

sCuando vemos la manera en que se impone la prensa canalla sobre toda pretención de objetividad e imparcialidad periodística, cuando vemos la manera en que se manipula a la opinión pública mediante el miedo y las fobias, no podemos dejar de sospechar la orquestación aquí y allá de esta manera de hacer política; nueva en algunos países, olvidada en algunos , viejas y conocidas en otros. Honduras y los 10 periodistas asesinados hasta la fecha, su golpe de Estado y su gobierno ilegítimo, no logran justificar la política elaborada a partir de principios como "anti" y "contra". Profundamente ignorantes -no por falta de oportunidades sino por decisión propia-, estos movimientos cultivan la idelogía de los semiletrados: los mitos y los prejuicios de clase y de casta (al decir de un sociólogo de mi país). A pesar de las latitudes cambiantes, tienen puntos en común: el monopolio de los medios y el intento de regresar en el tiempo para reconstruir una segunda Guerra Fría. Esta es la coartada tras la cual se niegan a debatir las soluciones a los problemas ecológicos -de hoy y del porvenir-, tras la cual evitan la rendición de cuentas a la sociedad. El movimiento Tea Party en los Estados Unidos, cierta oposición política en Argentina y Bolivia, el genocidio llamado "fujimontecinismo" en Perú... el surgimiento o no de narco Estados, como se viene advirtiendo en tono discreto y preocupante desde algún tiempo atrás.

A Dios gracias, hablar seriamente de democracia en América Latina exige mayor generosidad y visión que aquellas campañas y abucheos en contra o a favor de alguno de los bandos (Hugo Chávez en Venezuela, Raúl Castro en Cuba) como parecieran empecinarse en demostrar mentes lúcidas, pero entrampadas en urgencias políticas del día a día, las fobias y los pleitos añejados por la burla y la sorna, como si encontraran cierta amarga satisfacción en ver la casa propia incendiarse. (Fran)

El fascismo recargado


Por Alberto Adrianzén M.(*)
El escritor norteamericano John Power escribió en el año 2004: “Si George W. Bush desapareciera mañana todo lo verdaderamente horrible de esta presidencia permanecería igual... El mundo de Bush no es tan sólo el resultado de un ganador que se regodea en su triunfo. Es un conjunto de ideas, valores, símbolos y políticas”. El atentado contra Gabrielle Giffords, la legisladora demócrata por Arizona acaecido hace unos días confirma lo dicho por Power.
Giffords ha sido una de las víctimas de la campaña de Sarah Palin, dirigente nacional del movimiento ultraconservador Tea Party y ex candidata a la vicepresidencia por el Partido Republicano, quien en su portal de Internet incluyó  una lista de 20 congresistas a combatir por apoyar la legislación de Obama sobre Salud. Los nombres de esa lista, como se ha informado, aparecían debajo de un mapa en el que los estados a los que pertenecían estos legisladores estaban marcados con la cruz de una mira telescópica de un rifle. Además, la señora Palin escribió en su Twitter: “No retrocedan, al contrario ¡Recarguen!”. Palin ha llamado a resistir la supuesta marcha secular hacia el socialismo que la administración Obama quiere imponer a EEUU.
Jesse Kelly,  opositor de Giffords en el mismo distrito electoral en 2010 y miembro de la extrema derecha del Partido Republicano, fue aún más lejos al proponer como lema de su campaña: “Dele al blanco para la victoria en noviembre. Ayude a retirar a Gabrielle Giffords de su puesto. Dispare un M16 completamente automático con Jesse Kelly”. Kelly, un ex-marine, aparecía en sus afiches con su uniforme de campaña y empuñando un fusil.
Esta ola fundamentalista y ultraconservadora comenzó a expresarse con fuerza luego del atentado del 11-S, sin embargo, como afirma Morris Berman en un libro, La edad oscura americana. La fase final del imperio, fue el año 2005 cuando alcanzó su mayor nivel: “A principios de 2005 el New York Times informó que, de manera creciente y en todo el país, profesores de secundaria estaban dejando fuera del programa de estudios el tema de la evolución porque se metían en problemas con su director si se enteraba que se estaba impartiendo”. No es extraño que 4 de cada 10 estadounidenses crean firmemente en la versión bíblica de la creación del ser humano (creacionismo), según una encuesta de Gallup a fines del año pasado.
El problema no es solo que una visión fundamentalista de la vida se haya hecho sentido común sino también que la misma sea abiertamente maniquea y apocalíptica, además de vengativa. Berman señala, como ejemplo de ello, la serie de novelas Left Behind (Dejando atrás) de Tim LaHaye (uno de los fundadores del grupo ultraconservador Mayoría Moral) y de Jerry Jenkins, que vendieron, a principios de 2003, más de 62 millones de ejemplares. Y aunque en estas novelas el bien siempre triunfa, lo que importa son las imágenes que transmiten de cómo se vencerá al  mal: “los judíos que se han aferrado a su fe son condenados al Fuego Eterno, junto con los católicos, musulmanes, hinduistas y devotos de otras ‘religiones aberrantes’. Los mares se convierten en sangre, las langostas atormentan a los no creyentes y 200 millones de jinetes demoniacos barren con una tercera parte del planeta; se trata de una especie de limpieza étnica cósmica, por así decirlo” (M. Berman).
Y para terminar, Bob Beckel, comentarista de la cadena Fox News, pidió públicamente hace unas semanas el asesinato de Julian Assange, responsable de publicar los llamados Wikileaks: “Un muerto no podría filtrar cosas. Ese hombre es un traidor, es desleal y violó todas las leyes de EEUU. No estoy a favor de la pena de muerte, así que habría sólo una forma de hacerlo, por fuera de la ley pegarle un tiro al hijo de puta”.
Sarah Palin ha dicho que las culpas son personales, pero ya sabemos quiénes están detrás del atentando contra Gabrielle Giffords. El panorama no puede ser más sombrío: es el nacimiento de un nuevo fascismo.
  (*) albertoadrianzen.lamula.com