sábado, 8 de enero de 2011

¿Cristianos cuando les conviene?

La política y la religión forman una mezcla explosiva. Más en estos días. El presidente Barack Obama, que ha crecido en un ambiente de tolerancia religiosa, parece haber percibido muy bien los riesgos que tiene esta parte del mundo que llamamos Occidente de continuar en la ruta de la confrontación; una situación creada en contra del parecer y las protestas de la comunidad inernacional. Lo que vemos hoy no es más que el resultado que se les advirtió a quienes buscaron la guerra como manera de solución.
En los países pobres ser cristiano tiene una contenido distinto y demandas distintas a las de los países ricos o del Primer Mundo. Ser rico o pobre es una diferencia demasiado grande, a veces insalvable.
Ellos, ahora quieren advertir en nombre del cristianismo de peligros que sus propios actos de injusticia crearon en países pobres, quizás más cercanos a nosotros por el simple hecho de vivir sometidos a sus caprichos, intereses y vaivenes políticos. ¿En qué se inspiran sus palabras.? Continúan con sus políticas xenófobas que cierran las puertas a los desesperados y criminalizan a los inmigrantes, que no es otra cosa que gente en buscan de escapar de la miseria generada en sus países de origen.
En países que se reconocía como "occidentales, cristianos y democráticos" se aplicó la peor de las barbaries de manera organizada y sistemática, con la bendición de algunos y la vergüenza de otros. Es el caso de Argentina y sus 30 mil desaparecidos, las Abuelas de la Plaza de Mayo que aún andan en busca de reconocer a sus nietos secuestrados y distribuidos entre allegados a la dictadura, hijos de desaparecidos. Si algún día se llega a escribir una historia verdadera del cristianismo en Occidente, tendrá que decirse con claridad que la persecución de los cristianos y sus asesinatos fue hecho a manos de sus propios hermanos, gente que decía ser cristiana que mató en nombre de Dios.
Es el caso, también, del genocidio cometido contra 200 mil mujeres quechuas esterilizadas en contra de su voluntad por la dictadura de Alberto Fujimori en Perú, régimen que tuvo también aprobación y complicidad desde la jerarquía eclesiática con la justificación de luchar en contra del comunismo. Que no era otra cosa más que una banda de iluminados fanáticos que fue eficazmente desarticulada en cuanto se aplicaron criterios policiales correctos. Y no contamos el resto de muertos y desparecidos que los 800 mil muertos y desparecidos en las cuatro décadas de la pasada Guerra Fría.
Son horas terribles para los cristianos de Oriente Medio, sin duda, y quienes ocasionaron esto deben inspirarse en un verdadero sentimiento de justicia y paz. Antes fue el comunismo, hoy es el terrorismo: no más estereotipos y estigmatizaciones, satanización del otro, para ocultar oscuros intereses. Pedir perdón 70 veces 7 al hermano por haberlo ofendido, como enseñó Jesús de Nazareth; tal vez este sea el primer paso hacia la verdadera paz y reconciliación.
Occidente, el Gran Occidente, tiene una carga muy pesada que cargar. No aprendió de sus errores en el siglo XX, o extrajo conclusiones que le interesó simplemente. Desde la Iglesia de los pobres, los perseguidos, humillados y desaparecidos, deben esperar fraternidad para la paz y la justicia, no para guerras coloniales o punitivas. O mejor: tal vez tendríamos que buscar el diálogo y la solidaridad sin la intermediación de quienes han ocasionado todo este dolor y sufrimiento. (Fran)

La Iglesia en la picota
Foto: Las madres de la Plaza Mayo siguen en su lucha por alcanzar justicia.

El 23 de diciembre, organizado por la Asociación Madres de Plaza de Mayo, se llevó a cabo el juicio ético a la Iglesia cómplice de la dictadura militar. Se resaltó que el juicio no era a toda la Iglesia ni era contra la fe o contra el cristianismo, sino contra la Iglesia cómplice.
Se recalcó que hubo otra Iglesia comprometida, cuyos militantes fueron perseguidos, secuestrados, encarcelados, torturados y “desaparecidos” como todos los militantes populares. En el juicio expuse conceptos centrales de una verdadera Teología de Mal, que ya había expuesto en Teología y dominación y que, por diversos motivos, habían pasado inadvertidos. Varios me expresaron asombro y horror. Me parece, pues, importante reproducir algunos conceptos entonces publicados, previa readecuación al momento presente. Ello echa un poco de claridad sobre los hechos aberrantes que salen a luz a raíz de los juicios a los máximos responsables del genocidio.

Soldados de dios. Los crímenes de la dictadura militar fueron impulsados por una determinada mística del soldado cristiano que ha sido coherentemente mantenida por los vicarios y el provicario castrense, en el período que va del ’76 al ’83. La concepción de la presencia de “Dios en el soldado”, que defendía el provicario Victorio Bonamín en 1976, es la misma que está presente en la concepción de los militares argentinos como “soldados del evangelio” que sostiene el vicario castrense José Medina en 1982.

Tanto Bonamín como Medina son buenos exponentes de esta concepción del militar cristiano. Pero tal vez sea el vicario y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Adolfo Tortolo, la voz más autorizada. Sus conceptos al respecto son sobrecogedores y permiten en cierta manera comprender la “furia mística” de ciertos militares como Videla. “El cristiano toma en sus manos -como hombre que vive su conciencia sacerdotal- el don de la vida natural y la ofrece a Dios destruyéndose o inmolándose en reconocimiento de la infinita majestad de Dios y en prueba de su entrega definitiva al Ideal. Esto nos lleva a la ofrenda en aras de un Ideal cuya raíz es Dios; al servir a la Patria hasta morir por ella”.

Ya tenemos los conceptos que fundamentarán la mística del soldado cristiano, capaz de morir y de matar: la “Infinita Majestad de Dios”, Dios todopoderoso, el cual exige destrucción o inmolación. Dios es un Ideal que se alimenta de la destrucción de la vida natural. Necesita sangre. De Dios deriva la Patria, que viene a ser una encarnación divina; en consecuencia un Ideal que solo vivirá de inmolación y destrucción.

La imagen de Cristo“El amor a la Patria es sagrado [...] Cristo amó a su Patria, sojuzgada entonces por Roma. Dignificó y santificó de este modo el valor de la Patria. El amor a la Patria, que debe ser generoso y leal en cualquier hombre, debe serlo doblemente en el cristiano. Si morir por la Patria es dulce para cualquier hombre de bien, más dulce lo es para el cristiano que contempla el universo a la luz de la fe, y a la luz de la fe considera el Ideal de la Patria. Este amor a la Patria debe darse en grado eminente y heroico en quienes integran las Fuerzas Armadas de una Nación.” Un amor “en grado eminente y heroico” a un Ideal que exige inmolación y destrucción puede ser terrible, puede llevar a la furia de la destrucción “más allá del bien y del mal”.

Continúa el vicario castrense: “La vocación militar está signada por el riesgo permanente. Riesgo que la Fortaleza espiritual dinamiza y nutre. En las Fuerzas Armadas debe darse una clara y decidida vocación a la muerte como ideal inherente a su más entrañable Ideal Militar, condición ‘sine qua non’ para vivir el sentido heroico de la vida y para realizarse con el plasma que plasma héroes”. La “Fortaleza espiritual”, es decir, la mística que proporciona la legitimación teológica que realiza el vicariato, “nutre y dinamiza” el “riesgo permanente” de los militares, ese jugarse siempre al borde de la muerte que los caracteriza, porque al Ideal Militar le es inherente la vocación a la muerte. Allí está presente la Iglesia con su teología de la muerte para sostener espiritualmente a los caballeros de la muerte.

Pero el vicario castrense no deja de seguir internándose en estas profundas sendas de la mística de la muerte: “El héroe está hecho de renuncias personales, de grandeza de alma, de fe integral, ajena a toda servidumbre espuria. El héroe está situado inmediatamente después que el santo -sin olvidar que todo santo es héroe- así sea héroe con el heroísmo de la humildad y del silencio”. El texto habla de por sí. El héroe, o sea, el militar, viene inmediatamente después del santo, o sea del sacerdote, sin olvidar que todo santo o sacerdote es héroe o militar, el santo y el héroe, la cruz y la espada, la Iglesia y el Estado. El sacerdote u hombre de Iglesia es un santo-héroe y el militar un héroe-santo, anverso y reverso de la misma realidad, con hegemonía del santo pero que sólo puede hacerla valer con la fuerza del héroe.

Luego viene la estremecedora conclusión: “No es necesaria la efusión de sangre para ser héroe. Basta vivir el terrible cotidiano, sin dejar de cultivar la perspectiva de una senda que exija la efusión de sangre”. Creo que no es necesario agregar nada más. Aquí está en toda su trágica dimensión lo sustancial de una Teología de la Dominación, que se manifiesta crudamente como Teología de la Muerte, que sirvió para mantener el espíritu de los militares que sólo mediante un genocidio creían poder volver atrás la historia para revivir los supuestos idílicos tiempos de la perfecta unión entre la cruz y la espada.

Inspiración de fe
La Teología de la Dominación en su versión más acabada de la Teología de la Muerte desarrollada por los vicarios castrenses, con su correspondiente mística del soldado cristiano, debía ser aplicada por los capellanes militares, cuya labor era, como la definió Bonamín, “formar espiritualmente y doctrinariamente a los cadetes y soldados”. Monseñor Antonio Plaza, al estrenarse como flamante capellán de la policía bonaerense, la de Camps, aseguró que la Iglesia brindaría “fortaleza espiritual” a los integrantes de los cuadros policiales y a sus familias “para templarlos ante la adversidad”.

Los capellanes militares junto con los integrantes de las Fuerzas Armadas y policiales, en los centros clandestinos, en sus relaciones con las familias de los militares, eran la cruz junto a la espada, el espíritu que animaba a la materia, lo sagrado que daba sentido a lo profano, es decir, a los secuestros, torturas y desapariciones. En efecto, de acuerdo con la mística que se deriva de la concepción del Dios mayestático que exige inmolación y destrucción, el capellán Mackinnon podía invocar a Dios “para que nuestro uniforme no tenga otra mancha que la de la sangre propia o ajena derramada por una causa justa; porque esta sangre no mancha, dignifica”.

Esta acción mostró su eficacia en los centros clandestinos. Hay testimonios sobre la existencia de interrogadores cursillistas, además del conocimiento que tenemos de la existencia de toda una brigada que llevaba el nombre de “Colores”, el himno del cursillismo, cuyo representante principal, apellidado precisamente Colores, se caracterizaba por la manera en que gozaba las torturas. Había militares que en los centros clandestinos usaban el rosario, militares torturadores que se consideraban cruzados, inquisidores, enviados de Dios en contra de los diablos; torturadores que interrogaban sobre la fe de sus víctimas; y por supuesto la continua proclamación de “los valores occidentales y cristianos” por los que se lucha.


Rubén Dri *
Visiones Alternativas
* Filósofo, profesor consultor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA)

Advierten una purga religiosa

Existe el peligro de una purga religiosa contra cristianos que viven en el Oriente Medio, alertó ayer el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy. “No podemos tolerar lo que se parece cada vez más a un plan particularmente perverso de depuración religiosa en Oriente Medio”, afirmó.
También manifestó su inquietud por los resultados de un reciente sondeo realizado en Alemania y Francia, según recoge la agencia Ria Novosti, que revela que al menos el 40 por ciento de los entrevistados en ambos países ven en los musulmanes una amenaza a su identidad nacional.

Sarkozy calificó de “irracional” esa actitud al destacar que el Islam no tiene nada que ver con los fanáticos religiosos que matan por igual a cristianos, judíos, suníes y chiíes.

De otro lado, la Iglesia copta de Egipto pidió no dejarse intimidar ante el atentado islamista que sufrió uno de sus templos en el país la semana pasada, dijo su máxima autoridad, el papa Shenouda III, durante la homilía de la Navidad.
Publicado: 08 de enero del 2011


Matan inmigrantes


Foto: Las denuncias sobre estos abusos recrudecieron tras el asesinato de un adolescente mexicano de 14 años muerto a tiros por elementos de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos cuando jugaba con cuatro amigos bajo el llamado “Puente Negro”, en Ciudad Juárez, Chihuahua, frontera estadounidense.

En medio de los intentos de expulsar a los inmigrantes y negar la nacionalidad a los niños nacidos en Estados Unidos que sean hijos de “ilegales”, la Patrulla Fronteriza de ese país ha iniciado la cacería de latinos en su frontera, que ya ha cobrado más de 35 víctimas sin que estos crímenes se castiguen.
Lo más grave de la situación es que ninguno de los casos de asesinatos de inmigrantes en la frontera con México han podido ser judicializados o procesados, pues el gobierno de Estados Unidos es juez y parte, según denunció Enrique Morones, director de la organización Ángeles de la Frontera.

“Los agentes locales del lugar de las agresiones investigan a los agentes fronterizos, a pesar de las múltiples peticiones de que sean otras instancias las que realicen la investigación conjunta”, anotó.

De otro lado, Kat Rodríguez, de la Coalición para los derechos humanos en Arizona, expresó que “en los últimos siete años ha habido siete muertes de inmigrantes baleados (en ese estado) por agentes y no han castigado a nadie”.

También destacó que los policías justifican el uso desproporcionado de la fuerza con supuestas pedradas que reciben. “Es absurdo pensar que una persona que está huyendo y de espaldas le lance rocas a un policía armado”, agregó.

También explicaron que el único caso que concluyó con una condena de 11 y 12 años de cárcel, respectivamente, fue el de los ex agentes Ignacio Ramos y Alonso Compeán tras balear en 2005 a un traficante de Drogas, pero que la presión republicana en el Senado logró la liberación de ambos en 2008.
Publicado: 08 de enero del 2011