viernes, 19 de marzo de 2010

Tiempo de reflexión I

Una huelga de hambre es buen momento para reflexionar.

Hoy un ángel guardián se acercó a preguntar qué me sucedía. Me había visto durante todo el día sentado y dormitando en la acera de enfrente y creyó que algo malo podía estar sucediendo. Para alivianar su preocupación le resumí el motivo de mi protesta frente al edificio del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Anoche, tras postear la entrada en esta bitácora, fuí y me aposté en la esquina señalada (Avenida 10 de Agosto y Ramón Roca). El movimiento en la calle fue notorio: bocinazos de saludo y señales de luces desde los carros. El guardia del edificio salió a ver y una vez confirmó mi presencia en la esquina, cerró la puerta y regresó a su trabajo. Hacía frío. No tengo ropa para invierno más que una chamarra viejita. Los plásticos de hule sirven muy bien, pero no dejan de ser un rudimento.

La calle se fue despejando de tráfico. Las ambulancias disminuyeron su frecuencia de paso, algunos jóvenes paseaban en grupos por esta zona de la ciudad que es realmente peligrosa. Poco a poco fui sintiendo la realidad de encontrarme completamente solo en medio de una zona roja. Para mi alivio, las patrullas de policías no faltaban. En algún momento se detuvo frente a mí una camioneta llena de gente, de la que bajó un buen samaritano con una bebida caliente en la mano. Con un ojo abierto, la noche se me hizo increíblemente larga. Por eso hoy, durante el día y con el sol en la cara, el sueño me venció. Fue cuando llegó aquel caballero a preguntar lo que me sucedía.

Estoy elucubrando algunas cosas para mañana.